Mexicanos en Italia y España: así viven la cuarentena por COVID-19

Italia y España.- La cuarentena obligada por el coronavirus tomó por sorpresa a Román Sánchez Armolejo, de 23 años, originario de Tepic, Nayarit, y estudiante en Madrid. Un día estaba en clase tranquilamente en la Universidad Autónoma, donde estudia un master de Gobernanza y Derechos Humanos, y al día siguiente se estaba preparando para el confinamiento.

Desde el miércoles permanece encerrado en su departamento de Cuatro Caminos, en el noreste de la capital española, aunque fue hasta el viernes que se decretó el estado de alarma y el sábado que se impuso la limitación de movimientos. Para entonces, todos sus compañeros de casa se habían marchado a sus lugares de origen, salvo Jorge, otro estudiante de Nayarit con el que comparte departamento.

En España hay casi 8 mil casos de contagio y cerca de 300 muertos, según los últimos datos del ministerio de Sanidad. El sábado, el presidente Pedro Sánchez anunció el confinamiento total de la población: solo se puede salir para trabajar, urgencias y realizar compras básicas. Hay policías en las calles vigilando que se cumpla la cuarentena que, por el momento, se alargará durante 15 días.

Sánchez Armorejo no se imaginaba que terminaría enclaustrado cuando comenzó a escuchar noticias sobre el COVID-19. Nadie podía pensarlo.

“Era una cosa lejana, tenía conocidos que estudiaban en China y se regresaron a México. Lo veía como algo lejano, no como algo que pudiera afectarnos acá en España”, dice el estudiante, que llegó a Madrid en enero y tiene prevista una estadía de seis meses.

La situación, dice el joven, cambió a primeros de marzo. “Hace como dos semanas se empezó a ver un poco más de información con lo de Italia. No existía una conciencia dentro de la ciudadanía, no se tomaban precauciones y no había mucha información”, dice.

“Hasta el día lunes todavía fui a la escuela normal, el lunes en la noche o el martes avisaron que se suspendía y fuimos a la universidad a una reunión con el director para ver qué procedía”, explica.

“El miércoles madrugamos, compramos víveres y, a partir de ahí, tratamos de no salir más que para comprar víveres nuevamente”, dice. Las imágenes de compras compulsivas son uno de los símbolos de la crisis. Sánchez Armorejo advierte que no hay desabasto, que a pesar de la cuarentena. Es decir, que no hay que acaparar compulsivamente rollos de papel higiénico. Al día siguiente, los anaqueles de los supermercados volverán a reponerse.

Los días que transcurrieron entre la suspensión de clases en Madrid y la orden de no salir de casa, implementada bajo amenaza de elevadas multas, fueron una especie de vacaciones anticipadas. Las aulas estaban vacías, pero los parques, las terrazas y los bares, llenos. Sánchez Armorejo dice que él se recluyó desde el miércoles. Y que mata el tiempo con Netflix, viendo memes o platicando del coronavirus.

Al joven le preocupan las noticias que llegan desde México. “Siento que hay falta de conciencia”, dice. Pone como ejemplo la feria de Nayarit. “Aún se han hecho eventos masivos”, afirma. En su opinión, “no hay que tomar a la ligera lo que está ocurriendo, hay que prevenir, sacrificar un poquito la diversión”. “Aquí en Madrid al principio se tomó a la ligera, pero hay que tomar medidas. El mundo está globalizado y todo puede escalar rápido. Una etapa de prevención no está de más”.

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