Atrapados sin salida. El callejón de Morena

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

El largo mando del PRI en México por más de siete décadas aletargó un proceso democrático que tuviera una vida activa en la política y en las expresiones partidistas. La gente se acostumbró a los discursos sin claridad, circunscritos a un compromiso verbal de generalidades, sin precisiones y a una élite de amigos y parientes inamovibles, que marginaban cualquier intento de personas, grupos o partidos por participar; les decían la “familia revolucionaria”, porque de hecho estaban en su gran mayoría, relacionados tanto por parentelas de sangre, como parentelas de afecto, los compadrazgos.

Los compadres eran los de confianza y fuera de ellos no había opciones.

La gente, el pueblo o los expertos no tenían posibilidades de figurar. Por eso el viejo sistema era un bloque monolítico, al que pertenecieron entre otros, funcionarios actuales, que gozaban de la identificación con la élite de cuates y compadres, parientes de hecho, eran de confianza y por eso hasta la fecha siguen emparentados desde los años dorados del PRI, hasta ahora.

Porfirio Muñoz Ledo fue presidente nacional del PRI, secretario del Trabajo; Manuel Bartlett, secretario general del PRI Nacional y coordinador de la campaña de Miguel de la Madrid, que luego lo nombró Secretario de Gobernación, fue el jefe político todo el sexenio priísta. Marcelo Ebrard fue secretario general del PRI en la capital, durante la presidencia de Carlos Salinas de Gortari. Otros como el ingeniero Javier Jiménez Espriú, hoy cabeza de la poderosa Secretaría de Comunicaciones, gozaron de altos cargos, él, fungió seis años como subsecretario del ramo, es decir el toro de la construcción pública, también en el sexenio priísta de Miguel de la Madrid. Olga Sánchez Cordero, tuvo la confianza suficiente del presidente priísta Ernesto Zedillo, el de la elección del miedo, que la promovió a ministro de la Suprema Corte. Solo por mencionar algunos.

En otras palabras, los brazos fuertes del régimen conocen a fondo las armas de la política priísta: el compadrazgo, hacerse parientes y guardar silencio.

No distante de las mismas prácticas están Germán Martínez “uña y mugre” de Calderón, fue presidente nacional del PAN, antes de aliarse a López Obrador que lo defenestró del Seguro Social; igual que otro, que está agazapado en Naucalpan, Manuel Espino, quien también hay que recordar, que fue incondicional de Vicente Fox y ocupó el cargo de Presidente Nacional del PAN.

Por operadores partidistas López Obrador no para.

Entonces… ¿qué pasa con Morena?

No pueden ponerse de acuerdo y todo indica que tampoco escuchan a su líder; porque ya se los señaló varias veces, que se comporten a tono del poder que dicen representar; ellos simplemente se supone representan a López Obrador, porque ni en lo particular cada uno de los rijosos, ni en su conjunto, todos los fragmentarios, tienen fuerza propia, sus audacias son prestadas. Pero ya se la creyeron que el poder es de ellos.

AMLO y gobernadores del PRI

El asunto trasciende no solo al Morena, que debería ser el partido en ascenso y el que debería estructurar la renovación de un sistema de partidos, ahora si, a punto de la inexistencia práctica. Porque el daño al viejo sistema de partidos, no solo se expresó en el rechazo de los electores en las votaciones del 2018; sino que se ha ratificado por el sometimiento abierto, sin tapujos, del PRI ante el presidente López Obrador y ante Morena. Y lo mismo se puede decir del PAN, que no ha cuajado ninguna estrategia para ofrecerles a los ciudadanos alguna salida distinta a lo que se tiene en el poder.

La noche en la que ha caído el Morena apenas empieza y las afrentas ya se produjeron. La elección del 2021 intermedia de legisladores y gubernaturas, indica paradójicamente, que la gente, el electorado hasta hora, entiende que va a votar por el Morena, quieren repetir la dosis, no saben mucho más; pero Morena no entiende esto. Parece que los grupos principales en pugna: el de Yeidckol y el de Claudia Sheinbaum, representado por Bertha Luján, no solo no van ceder, sino se acercan a la parálisis, que va a causar que no cumplan con los requerimientos de la autoridad electoral, que les pide entreguen documentos imprescindibles para la buena marcha de ese partido.

En una pasada entrega decíamos que el grupo de Ebrard perdió protagonismo y no tiene un gallo con espolones para lo que se presenta, Mario Delgado ya busca la salida, los golpes no lo van a dejar vivo políticamente, sus declaraciones confirman que considera seriamente no competir. El grupo de Ricardo Monreal, a través de Alejandro Rojas Díaz Durán, han advertido de los riesgos de seguir en esa dinámica destructiva.

Por eso se mencionan partidos nuevos que pueden ser recipientes de la corriente del presidente López Obrador, porque el calendario marca una cercanía de eventos inaplazables; entre las agrupaciones se mencionan, los de Redes o el partido de la Fuerza Social. El salto sería inaudito, pero si se analiza, ya no hay mucho para dónde hacerse.

La crisis de Morena, además contribuye a ver de cerca algo menos gratificante todavía: la crisis del sistema de partidos.

Los electores están muy cerca de no tener partidos reales en los cuales depositar su voto en el 2021.

¡Insólito!

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