Las Verdaderas Causas de la Inseguridad

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo:

Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado;

y una casa dividida contra sí misma, cae (Lucas 11:17)

Se dice y hasta se acepta erróneamente que la pobreza es la causa sobresaliente para que los delitos aumenten. Esa afirmación irreflexiva es un tropezón garrafal. No es cierto; si así fuera más de la tercera parte del planeta serían delincuentes, miembros de miles de cárteles que les darían cabida a esos miles de millones de pobres cuyo destino, según algunos obtusos es delinquir.

En ese orden de disparates, los que no tienen ingresos o los que los tienen muy bajos, a nivel de la marginalidad: no tienen salida. Son como dirían los tercermundistas parafraseando al argelino Franz Fanon, “Los Condenados de la Tierra”; solo falta que, así como prologó Jean Paul Sarte el libro a Fanon, también le eche de su cosecha un existencialista marxista, al discurso de sintonizar la pobreza con la delincuencia.

Según esa puntada los pobres son delincuentes y repito, los sociólogos de la fatalidad dicen que su única profesión es la maña.

La solución ilusa que proponen es que tienen que cambiar las cosas tan radicalmente para que no haya pobres, o algo mejor para los demagogos como Chávez, Castro, Maduro y los de aquí, pregonar con los hechos algo más fácil: que mejor, todos sean pobres porque así no tienen que envidiar, o no hay que robar. Esa dizque filosofía barata, se sigue en el gobierno, quitándole dinero a las dependencias, para que se acabe la corrupción, porque para las mentes enfermizas el dinero es el vil mal. No señores, lo que es el mal es el amor al dinero, el dinero es útil. Andar de cuentachiles dizque ahorrando el dinero de las medicinas a cambio de la salud de cientos o miles, es el mal; porque se idolatra al dinero, se le prefiere mas que a las personas.

Pero, ¿cuál realmente es la raíz de esta locura que padecemos?, de este perfil de perversión que se ha apoderado de la sociedad mexicana: se matan diariamente a los indefensos, a niñas y niños, las mujeres son vilmente asesinadas, y los delitos graves como el homicidio crecen, y la impunidad los rebasa: apenas se llega al dos por ciento de las denuncias y procedimientos contra los depredadores, que hace mucho dejaron de ser y comportarse como seres humanos. Si hay pobreza y eso explica algunas veces, que la gente vaya a una panadería y se robe una bolsa de ese alimento. Pero no se puede explicar que muchísimos jóvenes se contraten de sicarios para quitarle la vida a las personas para quitarle estorbos al negocio.

Porque el 90% de los muertos que les cargan a los gobiernos -digamos lo que es cierto-: son resultado de las luchas violentas por ganar más dinero en los negocios infames y tener mejor rango en los andamiajes del crimen. Eso lo saben los padres y madres, hermanos novias y amigos que no pudieron detener o incluso los empujaron, a los que sabían andaban en muy malos caminos con muy malas compañías. Y luego… el chilladero.

Pero para mí, las causas son tres en términos globales: la primera es: la baja autoestima colectiva de los mexicanos. Y es lógico que rinda frutos podridos la insistencia en discursos y propaganda, desde Salinas hasta hoy, donde se sigue con lo mismo exactamente; traen idéntico mensaje los que mandan en este país, 32 años consecutivos por todos los medios diciéndole a lo mexicanos que no valen nada.

Porque se les dice que el principal y casi el único reto es sacar a México de la pobreza, eso es decirles a los mexicanos que son perdedores innatos, pobres y muertos de hambre que lo más que pueden aspirar es que el gobierno los inscriba en sus padrones de limosneros, porque no sirven para nada. Eso lo dicen con los hechos y con la enfermiza cantaleta de que eso, es lo único que se puede hacer por los fracasados mexicanos. Los líderes sociales también se han contaminado de esa jerigonza; y ahora, hasta a la limosna para jóvenes le dicen becas, te becan de nada, por ser inútil y una carga para la sociedad y para el mundo. ¡Claro que muchos que se tragan ese veneno, quieren que no nazcan mas niños porque es tanto como cargarle estúpidos indeseados al mundo! Con razón todos andan criminalizando a los nonatos y a los pequeños. Es una creencia diabólica que lleva 32 años, viento en popa.

La segunda razón es la desunión de los mexicanos, la de la cobardía social, lo que dijo Burke “para que el mal triunfe se necesita que los que puedan hacer algo, no hagan nada”. Los que piensan, los que pueden razonar mas allá de la manipulación de los gobiernos y de los sistemas dizque educativos; sencillamente dicen. “Yo no me meto con nadie, quiero llevarla bien con todos, no me gustan los problemas y no me interesan los líos de la política”. Añaden: “no me gusta discutir”. En pocas palabras les importa un bledo lo que pase en su barrio, colonia, municipio, estado, menos el país. El mundo puedo estar incendiándose y el egoísmo vencer. Allí están los de la clase media, los empresarios, los intelectuales y todos los que esperaran que las cosas cambien, sin mover un dedo. Se llaman cobardes sociales, no toman riesgos y apoyan indirectamente al crimen, son incapaces de señalar a los malosos. No buscan la unión de los mexicanos de bien.

La tercera causa es la propensión a nunca de los nuncas reconocer la realidad. Sea porque creen políticamente en las utopías de izquierda que descalifican la realidad social y pretenden cambiarla, sin poder hacerlo jamás; o sencillamente, porque nacieron, y se recrearon en las fantasías. Por eso nunca quiere empezar a trabajar, y nunca terminan nada. Colectivamente no se acepta la realidad. Para hacer algo constructivo, se necesita mucho trabajo y esfuerzo; resistir muchos fracasos y además, todo ello toma mucho tiempo. Nadie quiere pagar los costos de la realidad. Si a eso se le añade el discurso político mentiroso que un iluminado puede cambiar por su voluntad el mundo y el universo por su deseo. La realidad se desquebraja más y los mundos irreales de las drogas, las fantasías y las depravaciones son la salida lógica.

México tiene un alto consumo de drogas, de los paraísos ficticios que hacen que millones de jóvenes se encadenen tanto a la locura colectiva como a las redes del crimen organizado, las redes de trata de personas y las bandas de asesinos que tienen que consumir sus paraísos personales, porque no tienen resistencia de luchar en la vida real.

Y si de pilón el gobierno no le entiende a la seguridad, no tiene estrategia y pone a los delincuentes en el mismo nivel que sus víctimas, y no quiere además usar de los medios del estado para salvaguardar el orden, que es el único trabajo que tienen que hacer y que nadie más debe hacer. Entonces no se sorprenda amigo, desde noviembre asesinaron a mujeres y niños indefensos en un sonado crimen de lesa humanidad en los límites de Sonora y Chihuahua, a escasos kilómetros del Estados Unidos y todavía no hay culpables. No pasa nada. Sencillamente empeora.

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