Raúl Flores Martínez.
La detención de Ismael Quintero Arellanes, “El Mayel”, sobrino del narcotraficante, Rafael Caro Quintero, alias “R-1” en Culiacán, Sinaloa dejo algo en claro.
Un trabajo de inteligencia, rapidez y eficiencia que solo pueden tener los integrantes de la Unidad de Operaciones Especiales (UNOPES) de la Armada de México, la élite de la élite dentro de las Fuerzas Armadas en México.
Lo escribo sin tapujo, por encima de los elementos de las Fuerzas Especiales del Ejército mexicano, Guardia Nacional y conexas.
La prueba es muy simple, octubre 2019 en el mismo municipio, mismo estado; más elementos, nula experiencia en operaciones quirúrgicas de gran envergadura y un final vergonzoso para el Ejército Mexicano que tuvo que ceder a las amenazas del Cártel del Pacífico.
El operativo realizado por las UNOPES de la Armada de México, solo duró 10 minutos de acción, dónde no hubo disparos y el grupo fue de menos de 15 efectivos navales.
Silenciosos y con el apoyo de un helicóptero MI-17 artillado que los apoyó en la seguridad aérea y trasladó en cuestión de minutos del detenido, algo que nunca pensaron en su momento los elementos del Ejército que quisieron detener a Ovidio Guzmán, hijo del Chapo Guzmán.
De acuerdo con la información filtrada, algunos mandos de la Sedena se quisieron colgar del exitoso operativo de la Armada de México forzando a la Fiscalía General de la República de incluirlos en el boletín de prensa.
Solo 10 minutos fueron necesarios para dejar en claro qué elementos de las Fuerzas Armadas tienen la preparación, experiencia e inteligencia para detener a las cabezas del crimen organizado, sin poner en riesgo a la población.
