AMLO-Trump, matrimonio corto y sin dote

Alejandro Rodríguez

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Así como Andrés Manuel López Obrador asumió tremendo riesgo político al viajar a los Estados Unidos de América en pleno arranque de una campaña electoral donde el presidente Donald Trump es contendiente, el mandatario norteamericano tendría que pagar algún costo por haber tenido a su popular colega mexicano en la Casa Blanca.

No comparto la idea de que solo los mexicanos cedieron en la negociación para ir a meterse a la cueva del lobo. Es obvio que lo terso del encuentro y el repentino cambio de tono en el discurso tradicionalmente xenófobo y antiinmigrante del magnate es parte de la estrategia de la campaña republicana por la presidencia de los Estados Unidos, pero seguramente también fue a cambio de algo que puso en la mesa el equipo diplomático de Marcelo Ebrard.

¿Fue el pago de una factura pasada como la de la compensación del volumen de producción petrolera que México se negó a reducir en la reunión de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP)? ¿Fue a cambio de entregar al exgobernador de Chihuahua César Duarte? ¿O de plano fue a cambio de nada y simplemente funcionó el estilo pendenciero de quien está acostumbrado a negociar con la pistola en la mesa y que siempre juega a ganar?

No lo creo. Pero entonces, ¿cuál será ese precio que aceptó pagar Trump?

Por más obcecado que sea, el presidente de México debe estar consciente de que atravesaremos -ya lo hacemos- la peor crisis económica que haya enfrentado nuestro país en el último siglo, lo cual ya es mucho decir para una generación que como la mía ha vivido un desplome tras otro desde 1976 hasta el colapso financiero mundial de 2008.

Sin exagerar un ápice, la magnitud del desastre es monumental y frente a él las decisiones de política económica han sido erradas. Para colmo de males, no hay margen de maniobra porque el gasto está comprometido y los ingresos públicos se desploman. El gobierno mexicano no tiene dinero, pues, y el poco que hay se ha destinado a programas sociales diseñados para una realidad que ya cambió dramáticamente, ya no digamos a obras públicas icónicas que no tienen ningún sentido de rentabilidad. Todo ello va exactamente en sentido opuesto al de aplicar urgentes medidas efectivas para la recuperación económica: ir en contra del ciclo recesivo, aumentar el

gasto en forma ordenada y estratégica, preservar empresas y empleos, garantizar el crédito al sector privado para salir del agujero de la insolvencia generalizada, y por supuesto no olvidar una gestión sanitaria adecuada frente a la pandemia del Covid 19.

Nada de eso ha pasado, porque López Obrador no quiere virar el rumbo, dar un golpe de timón que reconocería sus errores pero que podría darnos una luz de esperanza. Ahora bien, con o sin viraje, necesita respaldo financiero.

Esos apoyos en forma de billetes verdes no podrían venir sino de Estados Unidos, como fue el caso en 1995, cuando Ernesto Zedillo negoció con el gobierno de Bill Clinton un paquete millonario de apoyo para paliar la crisis. Aunque lo nieguen los antineoliberales, en aquella ocasión salimos adelante.

México es demasiado importante para los Estados Unidos, y por eso Clinton liberó 50 mil millones de dólares en aquellos tiempos, a pesar de que el gobierno mexicano había apoyado años antes a su rival electoral George Bush, con quien por cierto se construyó el viejo Tratado de Libre Comercio para América del Norte.

Hoy, el escenario se parece, y por eso quizá al equipo de López Obrador no le preocupa demasiado hacer lo mismo y apostar su resto por Donald Trump a 4 meses de la elección. El problema es que no tenemos tiempo. La crisis nos devora y el matrimonio AMLO-Trump puede durar escasos 4 meses, periodo en el cual no llegaría la dote probablemente comprometida porque aquel estará en campaña y sin posibilidad de negociar en el Capitolio un apoyo a México.

Demasiado tiempo para esperar. Vendría la transición y luego empezar de nuevo con Joe Biden, político profesional que no come lumbre pero que impondría sus nuevas condiciones. El problema, otra vez es: no tenemos tiempo, y el verdadero riesgo podría ser que, aún cuando Trump logre su reelección, olvide todo lo prometido y modifique para su perversa conveniencia los términos de la negociación con sus despreciables vecinos del sur.

Mientras tanto, no tendremos recuperación económica de “palomita”. Ni siquiera una “U”. Será una prolongada “L”. Y más si, independientemente de que llegue el apoyo norteamericano, Andrés Manuel López Obrador no rectifica. Ojalá lo haga, como lo hizo para dejar sus prejuicios ideológicos setenteros y ponerse a negociar y a hacer política con Estados Unidos.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

Número de vistas 84

Clima

CIUDAD DE MÉXICO

Hoy no circula

Tipo de cambio

Tipo de cambio USD: mié, 24 Abr.

Lo último

Notas relacionadas