AMLO no sabe perder; tampoco ganar

Alejandro Rodríguez

Alejandro Rodríguez Cortés*.

La semana anterior surgió un par de temas que acapararon la atención de la opinión pública nacional, quizá ya saturada de la información de una pandemia sin control y de una debacle económica que parece no tener fin, o de sus distractores: el avión presidencial y el circo mediático en torno a la extradición de Emilio Lozoya.

Me refiero a la presentación de una iniciativa presidencial para reformar el sistema de pensiones mexicano y a la elección de cuatro nuevos integrantes del Consejo General del Instituto Nacional Electoral.

Fueron dos buenas noticias porque, a pesar del clima de crispación y polarización que prevalece en México, constituyen un buen ejemplo de que todavía es posible ponernos de acuerdo y lograr avances en los asuntos que importan, en vez de culparnos unos a otros de nuestros grandes males sanitarios, económicos y de seguridad pública.

Si el presidente de la República realmente había considerado como opción la nacionalización de las Afores para que el Estado mexicano volviera a hacerse cargo de su administración y así disponer de millonarios recursos que están y seguirán estando en cuentas individuales propiedad de los trabajadores, es obvio que convencerse de lo contrario es una buena señal de corregir para mejorar. Si simplemente se trató de un ardid para negociar, pues así es la política.

El caso es que se llegó a un buen acuerdo entre el gobierno federal y las autoridades hacendarias, el sector empresarial -con el que termina por lo pronto un distanciamiento ostensible- y también con centrales sindicales y obreras para buscar entre todos mejores condiciones para el retiro de millones de asalariados cuando éstos lleguen al fin de su vida laboral.

Por otro lado, en cuanto a cubrir las vacantes de 4 consejeros electorales, la ruta de su elección no estuvo exenta de problemas, pero finalmente se logró completar la alineación del equipo fundamental para preservar nuestra democracia: un INE lo más alejado posible de compromisos políticos y cuotas partidistas para garantizar equidad, transparencia y confianza en los próximos y definitorios procesos electorales.

Vimos esta semana, en principio, a un Andrés Manuel López Obrador más sereno y conciliador, que concedió su mérito a las partes negociadoras y que no quiso parecer protagónico o menos aún decisivo en esos relevantes asuntos. Ganó, pues, el diálogo, el entendimiento, la política.

¿Por qué entonces el regaño presidencial público a los dos coordinadores parlamentarios de su partido por no haber podido lograr la aprobación -en el Poder Legislativo, que no es el suyo- de otros temas de interés para la mal llamada Cuarta Transformación, como la disolución de fideicomisos públicos y la ampliación de las facultades del jefe del Ejecutivo en materia presupuestal?

¿Por qué en medio de los aplausos por la reforma pensionaria vino la descalificación de su Secretario de Hacienda, artífice de ese logro, por el tema de usar o no el tapabocas como parte de la nueva normalidad en que es imperativo recuperar el ritmo de crecimiento económico, que fue lo que dijo en la víspera Arturo Herrera?

¿Qué gana López Obrador con seguir poniendo en tela de juicio decisiones pasadas del árbitro electoral -uno de sus grandes resentimientos no superados- y con ello sembrar la duda en lo que viene, que es la elección más grande en la historia de México?

Lo único que puedo concluir es que pueden más las fobias presidenciales y su tozudez que la oportunidad de aprovechar un par de aciertos políticos, tan escasos en 19 meses de gobierno y tan necesarios para distender un ambiente contagiado de Covid-19, de recesión económica y de violencia generalizada.

El presidente ha mostrado ya muchas veces que no sabe perder. En estos días ha mostrado que tampoco le viene bien ganar, porque no supo o no quiso subrayar el mensaje del acuerdo posible y de los consensos, por encima del berrinche de quien lo quiere todo, o peor aún del gobernante desesperado y rebasado por las circunstancias cuando ni siquiera ha cumplido sus primeros 2 años de gobierno.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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