¿Qué hacemos mal los mexicanos?

Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Desde luego que las autoridades que llevan el manejo de la estrategia y las medidas para enfrentar la pandemia tienen su propia responsabilidad en los resultados de México frente al Covid-19. 

Pero hay otra responsabilidad que es ineludible, la responsabilidad personal. Cuando las cifras de personas contagiadas y personas fallecidas crecían, inexplicablemente pasamos a semáforo naranja. 

Levantaron la cortina y mucha gente que no tenía a que salir lo hizo. Pero, además, lo hizo sin las medidas de protección que se han repetido hasta el cansancio. 

Comenzaron las fiestas, las reuniones, los festejos, las visitas familiares, las compras, las vacaciones, plantones en el Zócalo capitalino, las multitudes que se relajaron y entonces las cifras no cesaron. Pasamos de 5 mil contagios al día a 9 mil 500 en un día. 

No importa si el presidente no se pone el cubrebocas. No me parece que sea un debate en que tenga que distraernos. No quiere, punto. Él asume su riesgo y no nos queda más que entender su decisión, pero no seguir su ejemplo.  

Así como hemos visto imágenes cotidianas de personas a las que les valen gorro las medidas sanitarias, también los hay quienes, al salir de casa usan cubrebocas y cuidan la sana distancia. 

Las medidas más eficaces para contener el virus, lo han dicho hasta el hartazgo, científicos y epidemiólogos de todo el mundo, son el uso masivo de cubrebocas y prueba de coronavirus. 

La mascarilla se ha convertido en parte del atuendo diario en el mundo.   

En Japón, por ejemplo, su uso es una práctica desde principios del siglo XX por la pandemia de la gripe española, donde casi la mitad de la población se contagió. 

Lo utilizan en época de frio o cuando están enfermos, por respeto a los demás y no contagiar. Es un hábito.  

Según los médicos japoneses, por eso tienen una tasa de contagios y fallecimientos muy baja, la más baja entre los países con las economías más fuertes: Estados Unidos, China, Alemania, Francia y Reino Unido.  

Japón tiene una población de más de 126 millones personas y casi la mitad son mayores de 65 años. Es el país que tiene más adultos mayores en el mundo, pero es casi imposible ver en las calles a un japonés gordo. 

Hasta ayer, Japón tenía 50 mil 302 persona contagiadas y mil 58 muertos.  

En México hay aproximadamente 127 millones de habitantes. Las cifras al martes 11 de agosto, aunque no gusten, fueron de 492 mil 552 contagiados y 53 mil 929 muertos. 

Si, la diferencia es abismal, pero los hábitos son diferentes y las estrategias para enfrentar el virus fueron distintas. 

En México desde el inicio de la pandemia las autoridades de salud desdeñaron el uso del cubrebocas, porque no había evidencia de que su utilización frenara los contagios ni dieron la importancia a las pruebas para detectar el virus.  

Pero no toda la responsabilidad es del gobierno federal.  

Miles, quizá millones, de mexicanos se niegan a usar el cubrebocas, por ignorancia, rebeldía o simplemente por gusto. Lamentablemente por unos la pagan otros.  

Como el video de la persona enfurecida que entró con su vehículo a una tienda de conveniencia, porque no lo dejaron entrar por no portar el cubrebocas. Hasta esos extremos ha llegado la ira de quienes no quieren usar el cubrebocas. 

Muchas personas han ignorado las medidas y esa no es responsabilidad de los gobiernos, cada uno de nosotros debe hacer lo que nos corresponde, el panorama no es nada halagüeño. Nadie nos va a cuidar. Esa obligación es nuestra. 

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