¿Adulador o disruptivo? La decisión está en tus manos

Guillermo Ucha Cabadas

Guillermo Ucha Cabadas.

Hace unos días me conecté a una plática en línea entre jóvenes universitarios “líderes” de diferentes universidades privadas, en donde intercambiaron experiencias personales como estudiantes universitarios. Opinaron sobre sus experiencias en el pasado semestre en línea y mencionaron los retos que, en su opinión, enfrentarán las universidades en el semestre agosto-diciembre.

Algunas de las opiniones de tres participantes fueron descaradas. ¿Cómo puede ser posible que una institución educativa con una matrícula de más de 80,000 estudiantes, ubicada en la mayoría de los estados del país, no haya recibido quejas por parte de las y los estudiantes y sus familias? ¿En verdad quiere que creamos que se realizaron todas las acciones posibles para garantizar condiciones justas y equitativas para las y los estudiantes? ¿Qué ganan los estudiantes hablando tan bien de sus universidades? ¿Por qué no se atreven a darle voz a quienes la necesitan? ¿Por qué su discurso se parece tanto al que utilizan los políticos de siempre? ¿Por qué el afán de parecerse a los políticos de siempre?

Esta última pregunta me llevó a entender que posiblemente esa sea su aspiración, convertirse en lo más parecido a los políticos de siempre.

Vivimos en un país en donde, a pesar de representar más del 30% del padrón electoral, no contamos con representantes juveniles en los lugares de toma de decisión. Además, las instituciones encargadas de promover la participación juvenil en los temas públicos y sociales se han convertido en lugares de recreación y pago de favores políticos a quienes se encargaron del sector juvenil en la campaña política del candidato ganador o, de plano, lugares de retiro para personas que no son capaces de trabajar en un área “importante”. Esto ha ocasionado la creación de organizaciones juveniles que se jactan de garantizar un mejor futuro para las y los jóvenes pero que sólo sonríen para las cámaras, suben fotos a redes sociales y presumen reuniones con políticos “importantes”.

Estas “organizaciones” son fáciles de identificar: presumen que cuentan con participación de jóvenes de todos los sectores y clases sociales, que están representados en la mayoría de los estados de la república o de los municipios de una entidad federativa, que tienen relaciones con la crema y nata de la política nacional y local, suben contenido a redes sociales con diseños bonitos e innovadores, se toman fotos y videos mientras regalan despensas a personas de escasos recursos y cuando visitan dependencias de gobierno y presumen ser abanderados de todas las causas sociales del momento.

Desgraciadamente también comparten otras características: no hacen nada por mejorar la vida de las y los jóvenes mexicanos, no aprovechan sus privilegios para beneficio de la sociedad, se aprovechan de quienes creen en ellos y los utilizan para su beneficio personal.

Los que hemos trabajado en temas políticos desde jóvenes lo hemos visto en incontables ocasiones, cada vez que se acerca una elección la o el presidente de la organización y su mano derecha (si le va bien) resultan seleccionados como candidatos de un partido político. En tiempos pasados se les llamaba “vendidos”, ahora, se les reconoce como “pragmáticos”. Como consecuencia de ese acto “pragmático”, las y los integrantes de las organizaciones terminan desesperanzados y desilusionados, se enojan con la acción política y se unen a la interminable lista de ciudadanos que piensan que la política es un asco.

¿Y el país? sigue y seguirá igual, lo importante es que mi agenda particular avance. ¿El colectivo?, ¿la sociedad?, ¿qué es eso? Lo de hoy es ser “pragmático”, empezar en una Sociedad de Alumnos universitaria, hacer una organización o asociación civil (si tienen amigos que les ayuden a contactar a un notario) y lanzarse como candidato en las elecciones venideras, sin importar el partido, total, luego se pueden cambiar, no importan las ideologías, “la moral es un árbol que da moras”, lo importante para ellos es ganar, mantenerse del lado del presupuesto y de los reflectores.

Eso piensan muchos “líderes” juveniles. Afortunadamente, como en la vida, hay otros caminos. Existen organizaciones juveniles, colectivos feministas y jóvenes que promueven la participación política de manera responsable, con objetivos establecidos que buscan garantizar que las y los jóvenes de hoy y de mañana tengamos un futuro más justo y equitativo.

Aspirantes a “políticos de siempre” tenemos y muchos, pero también hay jóvenes disruptivos, sin miedo ni pena, que buscamos hacer de este país un mejor lugar. Por eso te quiero decir a ti, joven, utiliza tus privilegios, conocimientos y experiencia para hacer de este país, de este mundo, un lugar más justo y equitativo. Busca organizaciones que trabajen por y para las y los mexicanos, únete, trabaja, aprende, aprovecha, rompe tu burbuja, sal a la calle y date cuenta de cuantos no tienen para comer ese día, de cuantos sufren situaciones que no han pasado nunca por tu cabeza, estudia y abre tus ojos para evitar que el privilegio te nuble la empatía. Hace falta mucho por hacer y necesitamos gente que se atreva a romper el molde, que ya no aspiren a ser como los de siempre, porque solo así seremos capaces de avanzar como sociedad.

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