Deterioro Ecológico sin Reposición

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

“…y de destruir a los que destruyen la tierra.”

Apocalipsis 11:18

La sentencia anterior está en la Biblia en el impactante libro de Apocalipsis. Señala un tiempo para cobrar cuentas contra quienes dañan la tierra. Es una profecía que fue escrita entre los años 69 y 90 de nuestra era cristiana, en la isla de Patmos frente a las costas de Asia en el Mar Mediterráneo, por el hijo de Zebedeo, Juan, el discípulo de Jesús de Nazareth.

Como se sabe el Apocalipsis se refiere sustancialmente a sucesos que transcurrirían en el futuro de cuando fue escrito. Indudablemente en ese tiempo, nadie imaginaría un concepto destructivo global ecológico, como para afirmar lo que es evidente en nuestro siglo: hay una destrucción del ecosistema y unos perpetradores de esa tragedia.

El tema es de fondo y felicito al Dr. Luis Miguel Martínez Anzures, director del Instituto Nacional de Administración Pública, el INAP porque en vez de abordar asuntos actuales de carácter secundario en relación al tema de la sustentabilidad, acaba de retomar la reflexión sobre “el día de sobre giro de la tierra”, lo que se conoce también como Earth Overshoot Day, es decir el día del año vigente, en el que se determina que los recursos utilizados por los más de siete mil millones de habitantes del planeta, no pueden ser repuestos en ese mismo año.

En otras palabras el 22 de agosto pasado nos acabamos el presupuesto mundial que la tierra tenía para proveernos en el 2020. Desde ese día vivimos deficitariamante hasta que termine el año.

El déficit acumulado además, lo arrastramos desde octubre de 1987, durante este siglo prácticamente no hemos pasado del mes de agosto como promedio; y en el 2019, fue en julio, cuando se acabó el recurso calculado. La pandemia acortó 23 días el daño. Con todo y que se percibieron beneficios ambientales por la suspensión o reducción de movimiento de gente y de la economía, no se abatió sensiblemente el déficit.

El panorama por el contrario con la disminución rotunda del crecimiento de la economía mundial durante los meses que ha seguido la pandemia, en unos casos como México, de caídas hasta el 18% en el trimestre del producto interno bruto, lo que sigue es la intención de acelerar los procesos para disminuir, según esto, la crisis productiva. Varias rayas más, y rápidas, al tigre.

Las ideologías y los mecanismos sistémicos imperantes exigen más, son insaciables. Estados Unidos la economía que mas consume en el mundo, trae una “huella ecológica” es decir, su gasto ecológico por persona anual es del 8.1, el más alto del mundo, de alguna manera mejoró desde 1973 que era de 11 puntos, pero no tiene propuestas concretas para reducir el corto y mediano plazo esa brecha deficitaria que es del -4.5; probablemente solo superada por Corea del Sur, cuyo décit es de -5.3 puntos. China tiene una puntuación por persona relativamanete baja del 3.6, y un déficit del -2.6, pero su enorme población no les va atrás, porque en los años setenta no traía déficit y su reciente incorporación a la vida moderna ha desplegado nuevas generaciones interesadas superlativamente en las cosas materiales, que en procurarse una vida de mejor calidad integral.

Estos enfoques muy interesantes respecto de la viabilidad de trabajar en contra de la real y apocalíptica “destrucción de la tierra”, ponen a lo gobiernos del mundo, de cabeza de los parámetros exclusivamente productivos que se miden usualmente, para invocar superioridades económicas desconsiderando sus consecuencias integrales.

Plantean las herramientas que miden el déficit de recuperación del daño causado por el hombre al ecosistema, una remodelación de los objetivos unilaterales de poder económico y concentración tecnológica nociva en los países.

Y también se infiere el adoptar estos criterios en el espectro político, una remodelación también de la administración pública como factor señero de la vida pública de las personas; no digamos de las pautas educativas para que se formen generaciones en la tarea de cuidar la Creación que debiera ser el acatamiento del mandato divino, su administración y cuidado de parte del hombre.

Finalmente los destructores de la tierra no son difíciles de encontrar, porque somos todos, en diferente medida, tal vez unos más que otros… Pero tomemos un respiro aunque el tiempo se acorta, para replantear nuestras responsabilidades individuales y colectivas.

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