Carlos Arturo Baños Lemoine.
Seguimos atestiguando postales patéticas y grotescas que dan cuenta del nivel de desorden mental inherente a la mitología feminista.
Pues resulta que el fin de semana pasado, el youtuber e influencer Luis Arturo Villar Sudek, mejor conocido como Luisito comunica, desató descalificaciones entre las huestes feministas por subir a sus redes sociales una fotografía donde aparece con su novia, la modelo Ary Tenorio, en plan chacotero-cachondo.
¿Conocen la foto? Ahí les va:
Aprovechando el eslogan del mezcal de referencia, que reza: “Tus nalguitas serán mías”, Luisito coloca la botella cual si fuera un falo tenso a punto de penetrar a Ary, quien se halla de pie y de espaldas, mostrando su bien formado trasero, su piel tersa y su esbeltez corporal. Queda claro que Ary posa de forma voluntaria, muy orgullosa de su belleza: no de balde ella es modelo, o sea, un paradigma de beldad.
Nótese, además, que el dedo pulgar de Luisito también representa una figura fálica a punto de la penetración.
Vaya, de algo sirvieron mis cursos de publicidad subliminal…
Pues este solo hecho desató la ira y la reprobación de muchas feministas que, de inmediato, condenaron el hecho: no pierden oportunidad de inyectarle su veneno ideológico a los medios masivos de comunicación; medios cada vez más colonizados por la mitología feminista.
A Luisito lo tildaron de “machista” y de “misógino”… ¡vaya, ya nos sabemos las cantaletas de los panfletos feministas!
Y, lo peor de todo, al grado de la demencia… ¡dijeron que esa imagen estimula la “cultura de la violación”!
¡No, bueno, la locura en pleno!
“Cultura de la violación”, sí, ya saben ustedes, ese invento psicótico de la mitología feminista, según el cual la “sociedad patriarcal” crea las condiciones para que los varones accedan de forma sistemática, violenta e impune a la corporeidad sexuada de las mujeres.
Obvio que el feminismo está tan afectado psicológicamente, que no se ha dado cuenta ni de lo más elemental: de origen, la violación supone la imposición de la fuerza bruta para satisfacer deseos sexuales. La violación es un acto de fuerza que supone la mezcla de poder corporal y de placer carnal. Es necesario neutralizar a la víctima para poder penetrarla, es necesario someterla para poder abusar de ella. De origen, la fuerza es fundamental.
Así que esa monserga no tiene aplicación alguna en el caso de una mujer (Ary Tenorio) que posa voluntariamente con su novio comunicador para una imagen chacotera-cachonda; una imagen de la cual Ary conocía el contenido y el destino… ¡punto!
Donde actúa la libre y llana voluntad, no puede reputarse el uso de la fuerza. Éste, de hecho, es un principio lógico, ético y jurídico. Pero queda claro que a las feministas no se les da el sano uso de la razón, siempre lo he dicho.
¡Y vaya escándalo que hicieron las feministas por la frase ésa de “Tus nalguitas serán mías”! Para ellas, una frase publicitaria que apela a un particular y metafórico sentido del deseo y de la pertenencia, pasa a convertirse en un manifiesto universal de “la violencia sexual contra las mujeres”… ¡les digo, las feministas están dañadas de la cabeza!
Para empezar, esa frase, de suyo, puede decirla cualquier persona, de cualquier sexo y de cualquier preferencia sexual. Lo mismo puede decirla una mujer heterosexual, sin bronca, porque a las mujeres heterosexuales también les encantan los varones con las nalgas firmes, bien torneadas y “apachurrables”. ¿O ustedes creen, mis apreciables lectores, que las mujeres van a los shows de strippers a ver muchachos desnalgados? ¡Por favor!
No hay ser humano sobre la faz de la tierra que no se sienta atraído por unas buenas nalgas. Y no hay ser humano que, en su sano juicio, guste de un cuerpo desnalgado. El único que había ya se murió: John Lennon.
Al menos desde la Grecia Clásica y la Roma Antigua nos ha quedado claro que unas buenas nalgas son trofeos de vida. Así que la frase “Tus nalguitas serán mías” son parte de una cultura del deseo, del erotismo y de la aspiración sexual y, por supuesto, también puede ser vista como una expresión que denota un particular sentido de pertenencia en no pocas parejas: allá cada quien con su sentido de posesividad.
Además, ¿quién no sabe que, sobre todo en las parejas jóvenes, unas copitas de licor contribuyen a la desinhibición y a la potenciación del placer sexual? Y si alguien desconfía de los poderes del alcohol, sea en una barra libre o en una habitación de motel, pues no toma alcohol y punto.
Así que la foto chacotera-cachonda de Luisito y Ary tiene un claro mensaje para la gente de mente sana y vida sexual satisfactoria: a) todo lo que se haga en el sexo, debe hacerse de forma voluntaria; b) unas copitas de alcohol pueden ser buenos estimulantes sexuales y que las tome quien quiera, que obligatorio no es; c) a la gente bella, le gusta presumir y sacar a pasear su belleza (lo que siempre causará escozor en la gente fea); y d) las bromas de la gente bien cogida son “ofensas” para quienes todos los días comen frustración, resentimiento y victimismo.
En términos del gran filósofo “falósofo” Friedrich Nietzsche, la foto de Luisito y Ary es una foto dionisiaca… ¡juventud, alcohol y sexo!
¡Yo por eso les agradezco ese detalle!
¡Gracias Luis y gracias Ary por recordarnos los grandes placeres de la vida humana; de una vida que caduca con rapidez, sobre todo en tiempos de pandemia!
¡A beber y a fornicar, romanos, que es fin de semana y mañana seremos alimento para los gusanos!
¡Vivan Baco y Afrodita!
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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.
