Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Las muertes siguen, las agresiones no cesan, la ira crece y el silencio lastima.

Días tristes para México, llenos de rabia y dolor.  

En nuestro país siguen matando a las mujeres y en Palacio Nacional el tema no existe. No es una prioridad. Los feminicidios no merecen ni siquiera una mención en las conferencias matutinas.  

¿Por qué esa falta de empatía? ¿Por qué no mostrar un poco de cercanía, apoyo y atención para un tema tan desgarrador para los mexicanos? 

El fin de semana aparecieron los cuerpos sin vida de otras dos mujeres.  

Jessica González Villaseñor, tenía 21 años y era maestra. Salió de su casa en Morelia, Michoacán y cuatro días después la encontraron muerta. Jessica fue asesinada. Recibió varios golpes, uno de ellos en la cabeza le provocó una hemorragia mortal. 

Alondra Elizabeth Gallegos tenía 20 años y la encontraron en una bolsa de plástico dentro de un tambo de ropa, con evidentes huellas de violencia. Esto ocurrió en Saltillo, Coahuila. Dejo huérfana a una niña de 4 años de edad. 

Y hay, muchos nombres más, de mujeres asesinadas. Las de ayer, las de hoy, las de mañana. Ya sabe usted, en México se cometen 10 homicidios de mujeres, todos los días. Sí, cada 24 horas.  

El presidente impone su agenda todos los días y habla de lo que a él le parece correcto. La estrategia, aún le funciona. Dedicó, días, semanas al tema de la fallida rifa del avión presidencial. También lo hizo sobre la inconstitucional consulta para juzgar a los expresidentes. Presentó un análisis detallado del porcentaje de columnas políticas que hablan mal de él y su gobierno. En la ruleta rusa mañanera siempre hay una víctima, a quien exhibir o a quien denostar.  

Pero, ¿cuántas veces lo ha escuchado hablar de los feminicidios?  

Muy pocas veces. En las cuales se altera, se desvía de las respuestas para acusar a las pasadas administraciones de corruptas o incluso utiliza sus aturdidoras clases de historia. Cualquier herramienta es buena para zafarse de un tema que lastima a la sociedad. 

Por eso, hay mujeres muy enojadas. Porque la violencia de género no da tregua, porque no son escuchadas, porque no se respeta ni siquiera el derecho a decidir sobre su propio cuerpo.  

El lunes salieron, otra vez, a manifestarse, en ocasión del Día de Acción Global por el Aborto Legal y Seguro.  

Insisto, han sido días tristes en nuestro país. Una vez más, la violencia fue la noticia de la manifestación de mujeres que exigían que el aborto sea legal en las 32 entidades del país.  

Se intentó dispersar la manifestación con gases lacrimógenos y por lo menos 44 mujeres policías resultaron heridas. La violencia genera más violencia e invisibiliza y distorsiona el propósito de la marcha.  

A ello, súmele los señalamientos, de la autoridad, que presuntamente le llegan de manera anónima. Según, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, las feministas que tienen tomadas las instalaciones de la Comisión Nacional de Derechos Humanos están financiadas por empresas con “intereses oscuros”.  

Incluso, acusó directamente a María Beatriz Gasca, de estar detrás de la toma del edificio en la calle de Cuba, en el centro capitalino y presentó una “investigación detallada”. Gasca Acevedo renunció a su trabajo y la empresa para la que trabajaba, GINgroup, se deslindó de las actividades extra laborales de su exempleada. Ahí quedó el asunto. 

Pero, el asalto a las instalaciones de la CNDH se pudo evitar si los funcionarios hubieran atendido y apoyado a una señora que reclamó justicia por la violación y asesinato de su hija. 

Quizá con un poco de empatía, un acto desesperado de justicia, no se hubiera salido de control. 

Días tristes.   

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