Entre feministas te muevas: difamación y política en torno a Porfirio Muñoz Ledo

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Tengo lustros advirtiéndole a todo México sobre la nefasta influencia de la mitología feminista en la vida pública nacional. Soy el único académico y periodista de opinión en todo México que, reiteradamente, exhibe las ideas erradas del feminismo, así como sus antidemocráticas prácticas políticas. Insisto: tengo lustros haciéndolo…

Aunque dicen “defender los derechos de las mujeres”, en realidad las sectas que defienden y promueven a la mitología feminista sólo están interesadas en encajarle a la sociedad una narrativa victimista-chantajista, para beneficiarse a sí mismas económica y políticamente, y para atacar a las personas o a los grupos que no les resultan convenientes para sus farsas políticas y sus jugosos negocios.

Lo peor del asunto es que esas sectas feministas ya están chocando entre sí: se están inyectando su propio veneno.

Ahí está el choque entre Sanjuana Martínez y Carmen Aristegui: ambas feministas, periodistas y pro-AMLO. ¡Cuánta “sororidad”!

Ahí está, también, el caso de las delincuentes feministas que allanaron las oficinas de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH); delincuentes que terminaron recriminándose mutuamente asuntos relativos al liderazgo del movimiento y al manejo de los apoyos económicos recibidos, al grado de que uno de esos grupos tuvo que salir de las oficinas tomadas. ¡Cuánta “sororidad”!

Ahí está, además, la bronca que originó la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, al exhibir a la empresaria feminista María Beatriz Gasca como financista de las delincuentes que mantienen tomadas las instalaciones de la CNDH. ¡Cuánta “sororidad”!

Y allí está, finalmente, un caso muy reciente: el de Porfirio Muñoz Ledo, el octagenario político que, para sorpresa de muchos, puso en jaque al statuo quo de MORENA, ese adefesio político que sigue sirviendo de plataforma partidaria al Nerón de Palacio Nacional, Andrés Manuel López Obrador.

Ya nos sabemos la historia: ante la inexistencia de un padrón confiable de militantes, la disputa por la dirigencia de MORENA tuvo que dirimirse vía encuesta. Muchos pensaban que se trataba de un simple trámite para allanarle el camino al eterno peón de Marcelo Ebrard: Mario Delgado.

Pero el experimentado político Porfirio Muñoz Ledo, en fórmula con la gris y feminista legisladora Citlalli Hernández, se lanzó a la disputa y ha quedado en empate técnico con respecto a Mario Delgado.

Acusando a Mario Delgado de llevar a cabo prácticas ilegales y antidemocráticas, Porfirio Muñoz Ledo convocó a sus simpatizantes a presentarse en las instalaciones de MORENA ubicadas en la Colonia Roma de la Ciudad de México, para tomar posesión del cargo. La cita fue para el lunes 12 de octubre a las 12:00 AM, hace una semana.

Pero Porfirio Muñoz Ledo tuvo que recular cuando supo que un grupúsculo de feministas de MORENA, encabezadas por Estefanía Veloz, se había apostado en la entrada de la sede partidaria para impedir su juramento. En un tribunal callejero henchido de histerismo colectivo, las feministas encabezadas por Estefanía Veloz acusaron a Porfirio Muñoz Ledo de “acosador sexual”, “misógino” y hasta de “pedófilo”.

Y ya se saben ustedes, mis amables lectores, el guion de la farsa feminista: muchas narraciones victimistas sin prueba fehaciente alguna. Irracionalidad y fanatismo. El ya clásico “Yo sí te creo, hermana”.

Pero el teatro apenas comenzaba, porque de repente se presentó, en defensa de Porfirio Muñoz Ledo, su siempre fiel escudera y ahijada política Lorena Villavicencio… ¡que también es feminista y morenista!

Y ahí teníamos, en un espectáculo por demás grotesco, a la feminista morenista Lorena Villavicencio enfrentando a la feminista morenista Estefanía Veloz, ambas con sus respectivos grupos y porras. ¡Cuánta “sororidad”!

En medio del zafarrancho, Lorena Villavicencio nos salió muy propia en materia de Derecho: exigió que las vociferantes presentarán sus querellas ante el Ministerio Público. Tratándose de su mentor, la parlamentaria feminista se puso muy legalista; en otros casos, que se jodan los varones. Vaya, vaya, con su feminismo a modo.

Del otro lado, Estefanía Veloz montaba su teatro difamatorio y calumniador contra Porfirio Muñoz Ledo, como preparando el terreno para la “gran alianza” entre Mario Delgado y Gibrán Ramírez, este último compañero de TV y de cuitas políticas de la propia Estefanía.

Vale la pena recordar que Gibrán Ramírez se quedó como el perro de las dos tortas: dejó su puesto bien pagado en el IMSS para competir por la dirigencia de MORENA… ¡y se quedó sin ninguna de las dos cosas!

Curioso asunto: la compañera feminista de Gibrán Ramírez, Estefanía Veloz, ataca con calumnias y difamaciones a Porfirio Muñoz Ledo, mientras Gibrán Ramírez sella su alianza con Mario Delgado, buscando recuperar algo de torta.

¡Qué patética obra de teatro “con perspectiva de género”!

El “macho” Porfirio Muñoz Ledo es defendido por su pupila feminista y morenista Lorena Villavicencio, mientras el “macho” Gibrán Ramírez es defendido por su compañera feminista y morenista Estefanía Veloz.

¿Ahora sí nos queda claro, mis estimados amigos, cómo es que se está usando la mitología feminista como herramienta de sucio golpeteo político? ¿Nos queda claro, por fin, en qué consiste la “justicia con perspectiva de género”?

Queda claro que el porrismo que Estefanía Veloz pretende llevar a cabo en contra de Porfirio Muñoz Ledo, resulta ser la aplicación de una vieja estrategia de los regímenes totalitarios y de la política de lodo de todos los tiempos: el asesinato de la reputación (character assassination).

Se trata de un proceso deliberado y continuo de comunicación difamatoria, que tiene como objetivo destruir la credibilidad y la reputación de personas o de instituciones. ¿Quién no recuerda, por ejemplo, los sucios tiempos del macartismo? El asesinato de la reputación es una práctica que usan todos los días las feministas, sobre todo contra quienes no se someten a su basura ideológica o a sus fines político-económicos.

Lo más curioso es que el veneno de unas feministas ya está afectando a otras feministas, incluso del mismo partido.

Me llama poderosamente la atención de la compañera de fórmula de Porfirio Muñoz Ledo, la senadora feminista morenista Citlalli Hernández, está muy calladita al respecto. ¿Será que calladita se ve más bonita y no quiere perder espacios políticos de cara el 2024?

En fin, mis amigos, vuelvo a demostrar que el feminismo, aparte de ser una colección de falsedades, falacias y fantasías, es un arma política de baja estofa que será usada a diestra y siniestra, dentro y fuera de la política.

¡Ah, pero los gobiernos, los partidos políticos y los medios masivos de comunicación siguen alimentando ese aborto mental llamado “feminismo”!

 

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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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