Alejandro Rodríguez Cortés*.
En vista de los reclamos que un día sí y otro también lanza Andrés Manuel López Obrador contra medios y periodistas que lo critican, ensayaré hoy un texto que supongo pueda ser del agrado presidencial y acorde con la concepción que tiene sobre el papel que la prensa debe jugar en su gobierno.
EN SOLO DOS AÑOS, LOPEZ OBRADOR HACE HISTORIA
A dos años de un gobierno refundacional que enfrenta resistencias de mafias en el pasado reciente y por si fuera poco una pandemia que ha sacudido al mundo en este 2020, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, avanza en su agenda transformadora que es ejemplo mundial a seguir por sus heterodoxas políticas públicas.
Es cierto, el mandatario mexicano prometió resolver de inmediato los graves problemas de inseguridad que tenía un país asolado por el narcotráfico, el crimen organizado y por los llamados poderes fácticos que defendían los privilegios de un régimen corrupto. AMLO reconoce, en un asombroso e inédito ejercicio de autocrítica en gobernante alguno, que esa tarea le ha llevado más tiempo porque la podredumbre estaba tan enraizada que superó cualquier diagnóstico posible.
Pero la estrategia comienza a rendir frutos: los abrazos en vez de balazos, la repartición de dinero en forma directa para brincarse el engorroso proceso de generación de riqueza basada en productividad, el cambio radical en el paradigma de un ejército represor para convertirlo en un cuerpo uniformado que también edifica infraestructura, administra recursos públicos y distribuye medicamentos. Todo ello, comienza a dibujar un nuevo país feliz, feliz, feliz.
“Vamos avanzando”, dice AMLO seguro de sí mismo y de que balaceras, secuestros, ejecuciones y ajustes de cuentas son cada vez menos, aunque los enemigos de su Cuarta Transformación los magnifiquen en encabezados mal intencionados de periódicos que añoran el caos previo. Ignoran con ello, injustamente, los esfuerzos que mamás y abuelas hacen diariamente por reconvenir a las nuevas generaciones para ser aprendices y no sicarios.
En materia económica, el gobierno mexicano puede presumir logros incluso desde antes de asumir el poder: la cancelación de la cuestionada obra del aeropuerto internacional de la ciudad de México dio un golpe de timón y de fuerza, ante el cual las perversas iniciativas de inversión privada se han replegado hacia un camino de adopción de las verdaderas necesidades nacionales de infraestructura. La sobrevaluada vía aérea quedará resuelta en breve con un sistema de terminales metropolitana mucho más barato, y se dará paso a vías férreas de clase mundial, sobre todo en el sureste.
El crecimiento económico cero del primer año de gobierno lopezobradorista, se explica por la reconversión energética hacia las eficientes energías fósiles, olvidadas por años de espejismos importados del exterior en los últimos tiempos. La recuperación de nuestra capacidad extractiva y de refinación de petróleo crudo asegura nuestro futuro. La temporal recesión económica sería fácilmente reversible sin necesidad de endeudar al país y vendría después la jauja.
Justo cuando los resultados comenzaban a darse, llegó 2020, que sería el año del despegue definitivo. Pero el Covid 19, el virus chino del que tanto nos advirtió nuestro socio y amigo Donald Trump hizo caer 10 puntos el Producto Interno Bruto Nacional.
Sin embargo, podemos afirmar que el virus tomó mejor parado a México que a cualquier país del mundo. 100 mil muertos no son nada en un país de más de 130 millones de personas, máxime si la mayoría de ellos fallecieron por gordos, hipertensos o diabéticos. Hugo López Gatell, el “detente mexicano”, ha mostrado cómo sin pruebas ni confinamientos obligatorios que atentan contra el orgulloso sentimiento libérrimo de esta nación, seremos el primer país en lograr la inmunidad de rebaño.
La exposición presidencial de este fin de semana en la Cumbre del G-20, se atrevió a señalar lo que nadie: la sana alimentación es fundamental para combatir la pandemia. No debemos olvidar que México es vanguardia mundial con su nuevo etiquetado de alimentos, los octágonos negros que son autoría del mismísimo López Gatell.
Otro aspecto destacable de estos primeros dos años de administración, ha sido la gran capacidad de adaptación del aparato de gobierno. La versatilidad del gabinete de López Obrador hace que la secretaria de Gobernación garantice certidumbre a inversionistas petroleros; que el canciller compre medicinas, incluida la vacuna anti Covid, y -como ya decíamos- los militares construyan obra pública.
En fin, que lo mejor está por venir. El lema “juntos haremos historia” con que Andrés Manuel López Obrador llegó a Palacio Nacional está en presente continuo.
*Publíquese este texto en cualquier medio que aspire a dejar de ser un “pasquín inmundo”.
*Periodista, comunicador y publirrelacionista.
@AlexRdgzCo
