Raúl Flores Martínez.

Ya no es novedad que, en el Estado de México, los delincuentes encuentren un oasis de complicidades entre autoridades municipales y estatales para llevar a cabo sus ilícitos sin ser molestados.

Resulta que decenas de comerciantes de pollo de las delegaciones Capultitlán, San Felipe Tlalmimilolpan, Seminario, Santiago Tlacotepec, San Juan Tilapa en Toluca; San Bartolomé Tlaltelulco y San Miguel Totocuitlapilco en Metepec, y otros de Calimaya, son víctimas de una supuesta célula de la Familia Michoacana que les exigen el llamado “Cobro de Piso” y un proveedor de su carne.

Es decir, estos delincuentes les imponen un proveedor que les vende la carne para cubrir la demanda de la región y que solo a ese debían comprarle, además de darles una lista de precios para venderlo al público.

De acuerdo con la Información Filtrada, estos delincuentes llegan en motocicletas a los locales y a los que están vendiendo les dejan una tarjeta con letra a mano, donde les indican que deben de marcar a determinado número para comenzar a pedir el pollo para la venta del siguiente día.

El pollo de los criminales tenía un precio más alto del que se comercializa en otros rastros, incluso los delincuentes tuvieron el cinismo de dejarles las listas de los precios para comercializar el producto.

Entre la lista destacaba que el kilo de pechuga lo darían a 90 pesos, cuando se puede comprar en 70 pesos; la pierna y el muslo a 75 pesos, 25 pesos más de su precio estándar y el retazo a 50 pesos, más alto de lo que cuesta.

Esta nueva forma de extorsionar en el estado de México, se ha reproducido también en algunos municipios de la zona oriente del estado, como Valle de Chalco, Los Reyes La Paz, Chimalhuacán, San Vicente Chicoloapan, municipios considerados semiurbanos.

Casualmente, en estos municipios, es donde se tiene el mayor número de personas detenidas por el delito de extorsión. Lo escribo “casualmente”, porque se ha descubierto una organización delictiva que incluye policías municipales, estatales y ministerios públicos que envían al reclusorio a personas inocentes que son puestos a disposición por los elementos policiacos que les exigen de los 10 a 20 mil pesos para no acusarlos de extorsión, si no pagan, pues son acusados.

Esto solo puede pasar en el glorioso Estado de México, refugio de grupos criminales que ya estaban casi desaparecidos, como es el caso de la Familia Michoacana que fue casi exterminada por la Policía Federal en la época de Felipe Calderón; sin embargo, encontraron protección en la zona sur de la entidad mexiquense, donde se fortalecieron y ahora son los amos de algunos municipios.

Es un hecho que la Familia Michoacana, busca nuevas formas para delinquir bajo la protección de autoridades municipales y estatales que apoyan o se hacen que no ven a los delincuentes, cuando llevan a cabo sus delitos, solo en el Estado de México.

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