Reciben medallas y se les niega respeto

Ernesto Zavaleta

Ernesto Zavaleta.

San Lázaro además de medallas el personal de los hospitales Covid merece el apoyo y respeto de todos, y del gobierno, no llamados que ponderan más los votos o la economía que la vida de esas heroínas y esos héroes, Es cuanto.

Desde el 27 de febrero de este año, cuando se reportó el primer caso de Covid19, el miedo se fue apoderando de las familias mexicanas, hay al menos un millón 217 positivos de la infección y sus familias que vivieron y viven ese terror de enfrentar la muerte. Esas personas y sus familias vieron cambiar su vida de un momento a otro.

Hasta ahora 112 mil 326 de esos infectados no lograron sobrevivir, entre éstos dos mil 179 son médicos, enfermeras, camilleros, auxiliares de apoyo y personal técnico y de mantenimiento del sistema nacional de salud, según cifras oficiales que pudieran aumentar a 2 mil 379 los muertos de este personal. (Cifras al 7 de diciembre)

Otros 164 mil 196 trabajadores del sistema de salud han sido infectados como resultado de su labor en la batalla contra el Covid19, muchos de ellos aún son discriminados por ese contacto en sus comunidades e incluso familias.

Frente a este panorama nada más merecido que reconocer al personal de los llamados hospitales Covid con la Medalla Belisario Domínguez, el máximo reconocimiento que se otorga a mujeres y hombres mexicanos sobresalientes, que se hayan distinguido por sus contribuciones cívicas, científicas, políticas, sociales, culturales o artísticas en beneficio de México o de la humanidad.

Lo merecen, no sólo por sus muertos e infectados, cuya cifra es la más alta del mundo en cuanto a personal médico afectado por el virus, sino también por el sufrimiento cotidiano de sus familias al verlos salir para exponerse voluntariamente una enfermedad que puede matarlos, y cuya infección está muy lejos de ser controlada en nuestro país.

Merecen no sólo medallas, merecen también el RESPETO de todos los mexicanos y particularmente del gobierno en sus tres niveles, por quienes dan la cara.

RESPETO que no se les da.

RESPETO que se les niega en cada mañanera y evento en la que el presidente de la República Andrés Manuel López Obrador se niega a usar cubre bocas;

RESPETO al que se les falta en cada conferencia en la que Hugo López Gatell pone en duda la efectividad del cubre bocas o cualquier otra medida recomendada por científicos serios, o da cifras enredadas y poco creíbles.

RESPETO que no les dan gobernantes que aplican medidas “voluntarias” con el argumento de la libertad y ponderando la popularidad y preferencia electoral frente a la vida de ese personal médico, en primera instancia, y de todos los mexicanos cada día.

RESPETO que se les niega al sobreponer la crisis económica a la crisis sanitaria, o inventar tonos al naranja como Claudia Sheinbaum para quedar bien.

RESPETO que no reciben de cada uno de los millones de mexicanos que abarrotan tiendas, centros comerciales, bares, calles y centros religiosos a pesar de que cada día se infectan un promedio de 10 mil personas en las últimas dos semanas.

Ese personal de salud chocan de frente todos los días a la política de cada quien es libre de usar cubre bocas, lavarse las manos, guardar sana distancia quedarse en casa y usar todas las medidas que los verdaderos científicos recomiendan de uso obligatorio, no voluntario.

Cada día que un mexicano les falta al RESPETO al no cumplir con medidas sanitarias, se les manda una nueva bala directo al corazón que puede matar a esas heroínas y a esos héroes… y ellas y ellos ponen el pecho.

Claro que merecen la Medalla Belisario Domínguez, y luego qué… otro minuto de silencio, de aplausos, de banderas a media asta, de discursos y reconocimientos hipócritas.

Al otorgar la Medalla el presidente de la Mesa Directiva, Eduardo Ramírez, dijo que este reconocimiento que postula al personal médico y todos los que arriesgan su vida en el ejército blanco, es positivo y justo. ¿Y, en su honor alguna medida contra el virus?

Miguel Ángel Navarro Quintero, presidente de la Comisión de Salud, dijo que “la Medalla del colega Belisario Domínguez tendrá una aplicación puntual: servir a los profesionistas, médicos, enfermeros, camilleros y administrativos que tienen el espíritu de servir, poniendo de por medio su vida misma”. ¿Servir?

Merecido también que senadores del PRI y de Morena pidieran además que quien reciba a nombre de ese personal la medalla, no sea personal o funcionarios administrativos, y menos aún el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell.

Manuel Añorve Baños, del PRI, expresó: “no me gustaría que esta entrega se empañara con el hecho de que estuviera López-Gatell, representando a los trabajadores de la salud, lo digo con respeto y con mucho cuidado”, la Medalla Belisario Domínguez tiene que ser para el Ejército de profesionales que expone su vida en los hospitales públicos, le faltó decir “gracias a todos los que no toman medidas”

En febrero recibirá la Medalla Belisario Domínguez, quien así decida el Senado, a nombre del personal de salud en la casona de Xicotencatl, antigua sede de esa cámara, para entonces la cifra de dos mil 179 muertos y 164 mil 196 infectados entre profesionistas, médicos, enfermeros, camilleros y administrativos del sector salud habrá aumentado.

Por VERGÜENZA y no por RESPETO debieran abstenerse de asistir a esa ceremonia quienes no les han el más mínimo RESPETO a esos héroes y heroínas, desde el presidente de la República, hasta quienes se apiñaron para apoyar a los Pumas o los Leones y llevar dos semanas la infección a quienes se dicen honrar.

Incluso, por VERGÜENZA el presidente y el subsecretario de salud debieran eliminar de sus discursos cualquier intento de colgarse el mérito de esas heroínas y héroes.

San Lázaro será que las medallas funcionan igual que las estampitas, alejan el virus, porque ya van dos…

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