La embajadora, otro cartucho quemado

Rubén Cortés.

Mala señal, cuando en los pasillos de la cancillería circula la versión de que ya que lograron derrotar a su principal contendiente política: la embajadora Bárcena ¡Qué pena!

Lo anterior fue publicado el sábado por La Jornada, el medio más enterado de los jala y empuja y los dime que te voy a decir en las oficinas del gobierno en curso: tanto, que ayer Martha Bárcena anunció que deja de ser embajadora de México en Estados Unidos.

Por su historial de 43 años en el servicio exterior, Martha Bárcena fue (como Urzúa entre los economistas y Romo entre los empresarios) una facilitadora del actual grupo en el poder en el entorno diplomático, en el cual este grupo encuentra reticencias.

Sin embargo, como Urzúa y Romo en sus sectores, el presidente hizo quedar mal a Martha Bárcena ante quienes había fungido como facilitadora para convencerlos de que este gobierno se conducía por una estructura de Estado, de reglas y compromisos.

La posición de Martha Bárcena como embajadora se redujo a ser un florero para Joe Biden, desde que el mandatario mexicano se negó a felicitarlo como próximo presidente de Estados Unidos: ya no hace nada como embajadora, salvo ser un esperpento.

Fue, Martha Bárcena, otra figura usada por el actual gobierno para hacer creer, en su etapa de ascenso al poder, que no era un peligro para México, ni capturaría las instituciones, ni destruiría a la empresa privada, ni concentraría el poder en un solo hombre…

También Urzúa, quien fracasó en Hacienda, por la marca de la casa del actual gobierno: toma de decisiones sin base en evidencias técnicas; y la imposición de funcionarios sin conocimientos, en ese caso de la Hacienda Pública.

Y Romo, quien fracasó como enlace con los empresarios porque el gobierno lo puso en ridículo con los empresarios al cancelar el NAIM, las rondas de hidrocarburos, las subastas eléctricas, los contratos de gasoductos, la planta de Constellation Brands…

En el caso de Martha Bárcena, se agrega el juego sucio que le hicieron desde la cancillería, de acuerdo con La Jornada, lo cual era de esperar porque Martha Bárcena es una diplomática de carrera y el canciller es un político sin perfil específico.

Es, de hecho, la secretaría de Relaciones Exteriores un mal ejemplo de tacto diplomático, como lo demuestran sus votaciones en la OEA y la ONU siempre contrarias a sus principales aliados estratégicos en el mundo: sus socios en el T-MEC, Estados Unidos y Canadá.

Una profesional de carrera como Martha Bárcena no cabía en ese entorno de desprecio por las reglas, como tampoco Urzúa y los otros que han funcionado para lavar la cara a un régimen contrario al profesionalismo, las formas…

 Y el fondo.

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