Rubén Cortés.

Eso de pretender que los espías que vienen a México firmen un libro haciendo saber que son espías, y escriban en ese libro qué y a quiénes espían, y destaquen en ese libro lo que encuentran, sólo sigue en la lógica del desastre que acompaña a este gobierno. 

La reforma a la Ley de Seguridad Nacional fue aprobada sobre las rodillas para que el presidente le pueda decir a Biden en enero que su gobierno ya es muy nacionalista y dejó de interesarle que la Casa Blanca le ponga estrellitas por buen comportamiento. 

Hay que insistir, entonces, en que viene una crisis con Estados Unidos prefabricada por este gobierno, porque esa reforma tiene dedicatoria para la DEA, CIA o el FBI y debilita la lucha conjunta con Estados Unidos para combatir el crimen organizado. 

Porque ya no quieren aquí las estrellitas Made in Washington, como aquellas que les ponía Trump por perseguir migrantes: 

La frontera sur está siendo vigilada muy bien por México. Está haciendo mucho más que los demócratas. Tiene en la frontera sur a seis mil efectivos controlando la situación y tendrán entre dieciséis mil y veintiún mil efectivos”. 

O como esta otra: 

Estoy usando a México para proteger nuestra frontera. Quiero agradecer a México. Tienen a 27 mil soldados en ello. Pero piensen en qué mal está que tengamos que usar a México porque los Demócratas no quieren arreglar nuestro defectuoso sistema migratorio”. 

Pero hora el gobierno mexicano quiere dejar de ser policía migratorio bien portado de Washington, porque antier el presidente le dijo a Biden que se comprometa con una solución definitiva a los flujos migratorios hacia los Estados Unidos. 

La marca de la casa: hacerlo todo a la carrera, como cuando firmaron el T-MEC sin saber qué era lo que firmaban en el tema laboral, al enterarse después de que Washington tendrá aquí personal evaluando la implementación de la reforma laboral. 

Una vocación de abismo evidente en la reforma a la Ley de Seguridad Nacional, que convertirá a México en nido de espías, pues ningún agente se va a registrar ante civiles de la cancillería que hoy trabajan en la cancillería, y mañana venden garnachas. 

Y, con el Cisen desmantelado (dedicado casi en exclusiva a vigilar a los adversarios políticos para exhibirlos en las mañanas), este gobierno carece de capacidad para detectar a los agentes que decidan trabajar bajo cobertura. 

Porque hay que saber que los agentes no encubiertos, en el caso de la DEA, son conocidos por el Estado mexicano: “Se encuentran en una caja fuerte de Relaciones Exteriores desde 1992. Lo demás es ridículo”, escribe el excanciller Jorge Castañeda. 

Pura dinámica del béisbol: resolver el partido de hoy, mañana igual llueve… y suspenden el juego.

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