Raúl Flores Martínez.

El tema de la profesionalización de los cuerpos policíacos, es algo añejo que inició formalmente en el sexenio de Felipe Calderón con la introducción de elementos policíacos con profesión en la extinta policía Federal.

Sin embargo, la profesionalización debe de ir más allá de las clases o algunas clases. En pocas palabras, de nada sirven los informes policiales que indican el número de horas de adiestramiento que reciben las policías en el país si los resultados son desastrosos.

Solo el 46 por ciento de los policías en México, están aptos para recibir el Certificado Único Policial, es decir, más de la mitad labora sin certificaciones, algo que se nota en sus protocolos de actuación.

Aunado a ello existen 8,302 expedientes de investigación contra policías estatales, municipales, federales y ministeriales por homicidio, tortura, desaparición forzada, feminicidios y lesiones dolosas.

Es evidente que, en las últimas décadas, las capacitaciones de las policías no han sido efectivas, dados los pésimos resultados de los cuerpos policiales en nuestro país, sobre todo de las estatales y municipales, por ello gran parte del problema reside en que ni se está reformulando la estrategia para mejorar los adiestramientos, ni la sociedad está exigiendo nuevos mecanismos de rendición de cuentas.

De acuerdo con los análisis que ha realizado Alejandro Desfassiaux, Presidente de Grupo Multisistemas de Seguridad Industrial, el enfoque incorrecto de la problemática, que corresponde tanto a las autoridades como a la sociedad civil.

Esto se debe a algo muy simple, la ciudadanía se ha acostumbrado a reportes insustanciales por parte de las instancias gubernamentales responsables de estas corporaciones, que hablan del número de horas de capacitación, de los programas que se imparten, de la duración y cantidad de módulos cursados, sin que se exija una verdadera medición de resultados, como un programa de costo-beneficio que contribuya en la reducción del índice delictivo, o la efectividad real que se consigue a través de la validación del Certificado Único Policial (CUP), que garantice que los elementos sean aptos para desempeñar sus funciones básicas, entre otros indicadores relevantes, mencionó.

Son puntos fundamentales que muchas veces pasan desapercibidos para el ciudadano común, a pesar de que se informe de las 1,020 horas que comprenden los 4 módulos de los cursos de formación policial impartidos por el Instituto de Educación Superior de la Policía Auxiliar y otras dependencias a nivel nacional.

En contraste, datos arrojados por el último estudio ¿Qué piensa la policía? realizado por la organización Causa Común, en el cual se entrevistó a 4,422 elementos, un gran porcentaje de los oficiales indican que no se sienten capacitados para realizar labores esenciales dentro de su profesión, como: mantener audiencias ante un juez (64%), dar primeros auxilios (52%), recibir denuncias (45%), manejar una patrulla (34%), atender acciones sobre perspectiva de género (30%), conocimientos sobre el uso de la fuerza (19%) y detenciones de manera adecuada (19%).

Aunado a la falta de capacitaciones efectivas, el recorte presupuestal para la operación de programas como el FORTASEG en 2021, deja a las corporaciones en clara desventaja contra el crimen, pues mientras los delincuentes se vuelven más organizados, invierten en armamento sofisticado y conocen mejor las calles, las policías se quedan sin fondos ni apoyo para mejorar su equipamiento, destreza y habilidades prevenir la inseguridad.

En resumen, los constantes esfuerzos por tener policías de élite en México, no son más que sonados fracasos en los tres niveles de gobierno que solo ven, como esos elementos certificados, algunas veces se pasan a las filas del crimen organizado.

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