La 4T: la mentira instaurada

Amado Adolfo Gil

Amado Adolfo Gil.

Andres Manuel López Obrador ha basado su proselitismo político en un discurso histórico. No porque crea necesario que tengamos conciencia de nuestro pasado, enaltecer la importancia de saber quiénes somos, de dónde venimos, reflexionar sobre los errores y los aciertos del ayer para mejorar el presente y poder caminar hacia un futuro mejor. Su obsesión con el pasado no es para construir, pretende la destrucción, alimentando rencores manipulando la historia a su conveniencia.

Nos dice que su movimiento es la 4 trasformación de México. ¿Cómo puede haber una cuarta trasformación si nunca hemos concluido una de manera exitosa? La independencia, la reforma y la revolución polarizaron a los mexicanos, estuvieron marcadas por hechos violentos, guerras civiles, traiciones, golpes de estados, dictaduras y millones de muertos. La trasformación del país está inconclusa, porque nunca hemos tenido un horizonte a seguir. AMLO en vez de buscar la reconciliación, sigue dividiendo al país entre liberales y conservadores, todo aquel que lo apoya es un liberal, quien lo contradice es un conservador, él se autopercibe como punto de partida sobre la definición ideológica de los demás. Su aferración sesgada del pasado convierte el resentimiento en una virtud.

Exigirle a España una disculpa con una lógica actual de acontecimientos de hace siglos muestra su actitud ominosa, cuando en 1836 ambos países reanudaron relaciones en un tratado donde juraron perdonarse todos los agravios. Firmó el presidente José Justo Corro y la reina de España Isabel II. Caso similar sucede con pedirle al Papa Francisco una disculpa por parte de la Iglesia católica, siendo la religión más practicada por los mexicanos, institución que ha forjado la identidad, cultura y moral de la nación. ¿Para cuándo el Estado mexicano se va a disculpar con los católicos por las persecuciones y asesinatos de sacerdotes y seglares durante la guerra cristera en manos del ejército mexicano? El Presidente sólo tiene un afán por el pasado siempre y cuando le ayude a desviar la atención de los ciudadanos en estos penosos espectáculos diplomáticos para evitar el escarnio público por su mal manejo de la pandemia, la economía y la seguridad. Si de disculpas hablamos, él debería pedir disculpa a los indígenas por ser juarista, ya que los indígenas perdieron sus tierras comunales que habían sido respetadas desde el Virreinato en el gobierno de Benito Juárez. El propio AMLO no escucha a los indígenas que no están de acuerdo con sus “megaproyectos” como el tren maya, del mismo modo que no escucha a los padres de familia que no puede acceder a medicamentos para sus hijos enfermos de cáncer, tenemos un presidente que habla mucho, todas las mañanas, pero que no escucha al pueblo.

López Obrador es un presidente sin plan, ni estrategia, no tiene una idea de país, un proyecto. Lo único que tiene es un ego muy grande, narcisista empedernido. Roger Bartra en su libro “La jaula de la melancolía” nos dice que el verbalismo confuso de Cantinflas no es una crítica de la demagogia de los políticos: es su legitimación. Y es lo que vemos en las mañaneras, el sin sentido y la mentira instaurada como discurso político y rendición de cuentas en su máxima expresión.

El enemigo histórico de AMLO es lo que él denomina como neoporfirismo o periodo neoliberal. La realidad es que Obrador regresa al populismo de los 70´s de Echeverría, y busca controlar las instituciones eliminado los contrapesos para ser amo absoluto del país, Morena es la involución de la llama dictadura perfecta del PRI; la 4t no es ruptura es continuidad. El porfiriato fue el país de un solo hombre, el priismo presidencialista fue el país de un solo partido. Hoy estamos observando un neopriismo en combinación con un neoporfirismo, los enemigos que juró combatir Obrador parece que son sus metas alcanzar.

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