Alejandro Zapata.
Dos mundos completamente diferentes se viven, lo que ocurre en la realidad es una cosa y, otra, muy alejada de las condiciones y necesidades sociales, es la que se tiene en los salones del Palacio Nacional, ambas visiones son divergentes, el contraste consiste en que la segunda impone una voluntad caprichosa, mientras todos los demás estamos sujetos a resistir los embates provenientes de una fantasía.
Cuando todas las mañanas nos dicen que el país va bien, que las cifras, los datos, la seguridad y la salud, reportan signos positivos cuyos logros se deben a la cuarta transformación, que por sus medidas han conseguido aplanar la pandemia, recuperar empleos y reducir la criminalidad, amén de obtener ahorros con sus políticas de austeridad y detener la infamia de la corrupción, nos damos cuenta de que los vecinos del templo mayor viven en un mundo raro.
Siguen sin entender que la democracia no se remite exclusivamente a los procesos electorales, donde han puesto un especial interés, dada la situación crítica, se observa una visión estrecha del gobierno, pues el concepto va más allá, la democracia es una herramienta política para respetar, proteger y garantizar las libertades, es una forma para elevar la calidad vida y la consecución del bien común, aspecto no contemplado, que seguramente ni les interesa.
Lo anterior cobra sentido cuando vemos a una Comisión Nacional de Derechos Humanos, donde acomodaron a una cuestionada e incondicional titular, que se ha encargado de ser una destacada aplaudidora de la administración a quien se debe, abandonando su función y las causas humanitarias.
Lo mismo ocurre con la agencia de noticias del Estado, Notimex, que desde hace varios meses se encuentra bajo un conflicto laboral, funcionando de forma clandestina a modo y completamente secuestrada, sirviendo a los intereses de los gobernantes en turno.
Cabe mencionar el desastroso manejo de la pandemia, los resultados son hechos públicos y notorios, se les ha salido por completo de las manos, los hospitales repletos de enfermos y rebasados en su capacidad, sin medicinas, recursos, ni equipos. Lo relativo a las vacunas, tendremos que esperar, ya se había advertido que no se tenía la capacidad para implementar una logística como la anunciada, acompañada de la renuncia de la directora encargada, una vez más: simple fantasía.
La situación es compleja, las brechas de desigualdad cada vez son mayores, además sin apoyos que alcancen, las condiciones que padecen un importante número de personas al que diariamente se suman más, son verdaderamente insostenibles y en grado de desesperación.
Dicen que el buen juez, por su casa empieza. La política de realizaciones implementada es discordante con las necesidades del país y la sociedad, la visión para llevar a cabo los cambios se sostiene desde una óptica del confort palaciego y no desde la perspectiva de los requerimientos sociales, que merecen la aplicación de criterios de solidaridad y subsidiariedad, que por lo visto son desconocidos en esta administración.
