Rubén Cortés.
Muchísimo más rápido que Cuba y Venezuela, la quiebra económica ha obligado al actual gobierno de México a vivir del dinero que mandan sus ciudadanos que se van a Estados Unidos.
En Estados Unidos, el gobierno inició enero apoyando con 400 dólares semanales a los desempleados, lo cual provocará este mes un récord histórico en la ayuda que envían los connacionales, según el pronóstico de Monex Casa de Bolsa.
Ya el año pasado, ante la caída del PIB a 8.5 del PIB por debajo de cero, los migrantes tuvieron que mandar 40 mil millones de dólares para rescatar a sus familias hundidas por la perdida de tres millones de empleos y cierre de un millón de empresas.
Pero (como en las arruinadas Cuba y Venezuela) en la propaganda del presidente el aumento de las ayudas de emigrados a familiares se trata de “una inyección de solidaridad” y no de su gran fracaso económico.
“Las remesas no aumentaban hacía casi 20 años”, informa el presidente. Y tiene la boca llena de razón. No aumentaban porque los mexicanos de acá habían dejado de tener que vivir menos de los mexicanos de allá.
Porque la migración mexicana disminuyó desde 2007, según el Pew Research Center de Estados Unidos. Disminuyó tanto, que los indocumentados mexicanos dejaron de ser mayoría en Estados Unidos.
Desde 2007 hasta 2018, los mexicanos de aquí necesitaron menos remesas, debido a que mejoraron sus condiciones de vida, de acuerdo con el Coneval, ya que México tenía el mejor índice de empleos en la OCDE, sólo superado por República Checa, Japón e Islandia.
De 2014 a 2016, el numero de pobres aquí bajó de 55 millones 341 mil 600 personas a 53 millones 418 mil: una disminución de 1.9 millones de mexicanos. En 2014 había 11 millones 442 mil pobres extremos y en 2016 se redujo a 9 millones 375 mil.
Por tanto, en ese tiempo (de acuerdo con el informe del Pew Research Center, elaborado por Jeffrey S. Passel y D’Vera Cohn) “regresaron a México desde Estados Unidos más mexicanos que los que se fueron”.
Pero regresaban más de los que emigraban porque a México le iba mejor que ahora: América Latina crecía a ritmo de 1.5 por ciento, y México al 2.2 por ciento. En cambio, en el primer año de este gobierno decreció a menos cero, y en el segundo menos 8.5.
Cuando México votó por el actual presidente, México tenía pleno empleo, ya que registraba 3.4 por ciento de desempleo, y en un país existe pleno empleo cuando la cifra de desempleo está por debajo de 4.4 por ciento.
Así que votar por el cambio fue…
Para vivir de los que se van.