¿Por qué tan enojado, señor Presidente? 

Marissa Rivera

Marissa Rivera.

Al presidente Andrés Manuel López Obrador le urgía regresar a sus conferencias mañaneras. Y en esa prisa, realmente no supimos si sus médicos lo dieron de alta. Se contradice y desdice a tantos, que su pasión por el enredo y los distractores, no tiene comparación. 

El domingo por la noche la Secretaría de Salud informó que el lunes sería valorado por los médicos que lo atienden para determinar si volvería esta semana. Regresó y se le vio normal, con ánimo, con ganas, incluso de pelear, como si nada hubiera pasado. 

No sabemos si lo dieron de alta o él lo hizo de motu propio. Pero, luego de dos semanas de convalecencia, ya estaba muy puesto en el salón Tesorería de Palacio Nacional para encabezar nuevamente “sus mañaneras”. Un espacio que solo es para él. Y que su ausencia mostró un enorme vacío e incluso, expuso a quien encargó la plaza. 

Pudo más la política que la salud. Su celeridad respondió a las reglas del proceso electoral, que indican que, del 4 de abril al 6 de junio, deberán suspenderse las trasmisiones integras de las conferencias matutinas. Es decir, le bajarán el telón de sus monólogos tempraneros. 

Y no es decisión del Instituto Nacional Electoral, a quien tanto culpa, sino la Constitución, la que prohíbe la difusión de sus programas durante las campañas por considerarlos propaganda electoral.  

Pero nada está escrito, falta ver si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le da la razón al presidente como ocurrió en las recientes elecciones de Hidalgo y Coahuila. 

Llama la atención que como candidato fue un férreo defensor de silenciar al presidente durante los procesos electorales, pero ahora, como presidente, rechaza ser silenciado. ¿Dónde quedó la congruencia? 

Por eso, nuevamente el TRIFE tendrá en sus manos una decisión fundamental para el mejor desarrollo de las elecciones, frente a la guerra que se avecina. O le cierran los micrófonos como se ha hecho anteriormente o con él comienza otra historia, en la que el presidente puede inmiscuirse abiertamente en las elecciones.  

La precipitación del presidente López Obrador no solo era volver a “sus conferencias”, sino a continuar con sus giras por el país. Incluso, aseguró que por eso se contagió de covid, “por salir a trabajar”. Porque desde que comenzó la pandemia no ha dejado de recorrer el país, aun en los peores días de contagio. Su pasión interminable: las campañas.  

Por lo pronto, ya anunció que el fin de semana retomará sus recorridos por el país. Comenzará por Tlaxcala, Puebla y el estado de Oaxaca. 

En poco más de tres meses hay elecciones y muy importantes para López Obrador. O mantiene el control de la Cámara de Diputados o la oposición le arrebata ese poder. Hoy, menos que nunca dejará de hacer campaña.  

Quienes pensaron que en algo cambiaría López Obrador luego de haber padecido una difícil enfermedad, que en nuestro país ha matado a casi 170 mil personas -la cifra oficial-, pecó de inocencia y de optimismo.

Todo sigue igual, volvió con la espada desenvainada. El mismo discurso bravucón y peleonero, que tanto ha polarizado a la sociedad. Atacó a medios de comunicación, a periodistas y a quienes cuestionan su estrategia para enfrentar la pandemia, también a quienes o aplauden su forma de gobernar. 

Quienes han superado el covid-19, han manifestado sentimientos de humildad, agradecimiento, empatía, tolerancia, sensibilidad y gratitud. Sin embargo, en el presidente pareciera que no hubo ese impacto. Vamos, ni siquiera con el uso del cubrebocas.  

Hubiera sorprendido que su regreso fuera con cubrebocas. Pero así es la personalidad del presidente, obcecado y necio. Usarlo implicaría para él debilidad ante quienes llama sus “detractores”.  

Otra vez contradiciendo a la ciencia y los científicos, porque se ha confirmado que quienes han padecido covid-19 pueden contagiar y volver a contagiarse.  Un tema que, de verdad, harta. Es darle cuerda a un provocador profesional. 

Además, en su regreso, salió con otra declaración desafortunada y populista al decir que no era un abusivo y por eso no se ha vacunado contra el coronavirus. Que esperará su turno. Mientras, que siga la inmunización de sus “siervos de la nación”, los promotores del voto a favor de Morena. 

Así, volvió el Presidente al terreno que le gusta, el de los señalamientos, el de la pelea, en el que él siempre tiene la razón y los demás solo quieren hacerle daño.

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