Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

Esta semana confirmé que, como con otros problemas centrales del país (economía, seguridad, pobreza, energía, educación…), la salud está muy comprometida. El sufijo en el título de hoy viene de demos, pueblo, y, por extensión, nos indica enfermedades que afectan a los humanos en contagios diversos (epidemias). Sabemos, oigan, que el caso del Covid-19 es una pan(todos)demia que afecta al mundo, si bien con claras diferencias entre países.

En su artículo ‘Lessons from a year of Covid’ (Financial Times, Feb. 25), el historiador Yuval Noah Harari se pregunta: entre avances científicos y fracasos políticos, ¿qué podemos aprender para el futuro?

  1. Muchos creen que la elevada mortalidad del coronavirus demuestra que la humanidad está en el desamparo ante las terribles fuerzas de la naturaleza, pero a diferencia de lo que sucedía con la Peste Negra o la Gripe Española en 1918 la Ciencia ha vuelto manejables las epidemias. El sufrimiento se debe mas bien a las malas decisiones políticas.
  2. En esas épocas no tenían idea de las causas o cómo detenerlas, aunque con el Covid-19 fue muy diferente. Se supo de él a fines de 2019 y para el 10 de enero del 2020 no sólo se había aislado el virus, sino estaba determinada la secuencia de su genoma con esos datos en línea. En meses se definieron medidas frente a la infección, y en menos de un año se tenían vacunas eficaces en producción masiva.

III. Junto a los avances en biotecnología, destaca la tecnología de la información, pues la digitalización permite monitorear y determinar con precisión lo necesario para que las cuarentenas sean más selectivas y efectivas. Incluso la automatización y el internet hicieron viables los encierros prolongados, sobre todo en países desarrollados.

  1. La modernización hizo que la agricultura no fuera muy afectada, al igual que el transporte y el comercio que ya involucran pocos seres humanos. El virus tampoco podía perseguir a quienes se fueron al mundo virtual, y el internet soportó un tráfico mucho mayor.
  2. La ciencia no puede remplazar a la política, que toma en cuenta intereses y valores en decisiones que deben balancear lo médico, lo económico y lo social. Hay que evitar las dictaduras digitales y las fallas de los políticos en su responsabilidad. Sin éstas ya no sufriremos calamidades naturales ni castigos de Dios; serán fallas humanas y —con más precisión— fallas políticas.
  3. Los éxitos científicos y tecnológicos del 2020 no resolvieron la epidemia: de ser una calamidad natural, la convirtieron en un dilema para los políticos. Así, quienes minimizaron el peligro provocaron que se incrementara el número de muertes. Los técnicos dejan las decisiones cruciales que corresponden a los políticos, y éstos no deben modificar a su antojo las conclusiones científicas.

Al cumplirse un año de la pandemia en México, retumban los errores y mentiras del gobierno Federal (aunque no es el único país en que se actuó tan mal, por supuesto). Hoy continúa aquí el vergonzoso manejo de las vacunas este segundo año de crisis.

Y al no haber comprado suficientes dosis, el gobierno mexicano se queja en la ONU de que unos cuantos países están acaparando su producción al financiarla o comprarla, lo cual luce indebido pero también es lógico. Hablar de justicia e igualdad es tan atractivo como inalcanzable.

En todo caso, el gobierno y el partido oficial continúan aprovechando la vacunación en busca de votos. Pero, ojo, hay quien opina que “ni siquiera sirven para usar las vacunas como estrategia electoral, y se les va a revertir por gandallas”.

No sólo se escribe la historia. Son generaciones de mexicanos ante disyuntivas en las que, de complicarse, se puede volver necesaria una intervención de Estados Unidos. Así lo ven —y lo aceptan— un número sorprendente de ciudadanos acá.

El escenario es crítico y esto resulta cada día más evidente.

* LOS POPULISMOS DAN EL peor marco con saldos negativos en países como Brasil, Estados Unidos y México, si bien nuestro vecino del norte está mejorando en la era post-Trump. También se ha presentado lo que llaman infodemia por la difusión de datos falsos o equívocos.

De niños vimos que una mentirita hacía necesarias más y más mentiras, cada vez mayores. Eso lo han mostrado los trumps y amlos en juegos que incluían a sus voceros, con mitos que se alimentaron a sí mismos aunque en EUA su médico se defendió mucho mejor que el de acá, tan sometido a lo político.

En fin, es paradójico que el populismo prometa que eliminará la pobreza, cuando depende de ella para vivir. El líder busca ser popular entre los pobres al generarles esperanzas y hacerlos dependientes, como su base social que crece con engaños y realidades.

 

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