Raúl Flores Martínez.
Otra vez un 8M manchado por el vandalismo, una confrontación con elementos femeninos de Seguridad Pública y un saldo de 15 mujeres policías heridas.
Nuevamente infiltrada, muy conocidas con preparación y pago para desvirtuar una protesta genuina, ante la creciente violencia de género, violencia contra las mujeres en todas las esferas sociales.
Elementos femeninos y hombres golpeados, edificio, monumentos, transporte público dañados, bajo pretexto de echar abajo el patriarcado, un concepto que con violencia, jamás quedará erradicado.
Con estas acciones, dónde quedan las protestas de miles de madres que tienen a sus hijas o hijos desaparecidos, dónde quedan esas madres que buscan por todos lados a sus seres amados que se ausentaron sin dejar rastro.
Esto lo escribo por una sencilla razón, desde hace años soy un activista contra la Trata de Personas, el trabajo que realizo ayuda a visibilizar y a la vez a rescatar víctimas, también hago trabajos periodísticos sobre madres que buscan a sus hijas, hijos.
Ninguna de ellas, han incendiado una oficina, roto un vidrio, golpeado a otra persona, aunque ganas no les falta, en lugar de eso, pierden sus trabajos, incluso a su propia familia para buscar a su desaparecido.
He visto las lágrimas rodar de impotencia, dolor, coraje cuando los ministerios públicos, salen con la famosa frase de “Su hija anda por ahí con el novio, echando chela con el novio”. Nada más bajo que esos comentarios.
Estas mujeres, incluyendo a las víctimas de Trata de Personas, nunca han quemado, vandalizado o robado una tienda de conveniencia, por una sencilla razón, ellas conocen el dolor y la necesidad de otra mujer que sufre el mismo dolor, por eso se solidariza, ayuda para un trabajo conjunto.
Sin el afán de caer en dimes y diretes, hay gran diferencia entre las mujeres que vandalizaron durante la marcha 8M y estas mujeres que caminan kilómetros, estudian materias de criminalística para ayudar a las investigaciones.
Otra vez un 8M, un día que nuevamente se llevó la jornada, la violencia de las encapuchadas que destrozan todo a su paso, y no logra el cambio en una coma de alguna ley.
