Raúl Flores Martínez.
Conforme pasan los días la violencia contra algunos candidatos se va recrudeciendo, se hace cada vez más densa y pesada para llevar a cabo una campaña en municipios plagados por células del crimen organizado que están imponiendo candidatos a sangre y fuego con la finalidad de obtener ganancias ilícitas.
Mientras el Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador sigue persiguiendo fantasmas de su pasado, la delincuencia organizada sigue imponiendo su ley en el proceso electoral que se aproxima, tan solo ayer en Moroleón, Guanajuato un grupo armado ejecutó a  la candidata por Movimiento Ciudadano a la alcaldía Alma Rosa Barragán.
Por otra parte, en el municipio de Uruapan, Michoacán un grupo armado secuestró al candidato a esa alcaldía, Omar Plancarte, sin que se sepa hasta el momento de su paradero. No es complicado saber para que lo quieren, un susto, una plática amena para apoyo o amenaza, todo puede ser posible.
Lo que no es posible, es que el gobierno Federal siga volteando hacia otro lado en los temas coyunturales que afectan a la ciudadanía, uno de esos temas, es la seguridad, esa seguridad que ha brillado por su ausencia porque en este sexenio, sólo se persigue a los fantasmas del mesías tabasqueño, ese mesías que hace ley su palabra.
Ya son varias candidatas y candidatos ejecutados de distintos partidos políticos, ya esto se ha vuelto un proceso electoral donde el crimen organizado tiene metidas las manos, solo aquellos que se dejan deslumbrar por los espejitos que les vende el Presidente de México cada mañana, son los que no se dan cuenta.
No se han dado cuenta que este 6 de junio, se lleva a cabo uno de los procesos electorales en la historia de México, donde los carteles de la droga y la delincuencia organizada han metido de lleno sus manos y sus armas para dejar en claro a quién deben obedecer los futuros alcaldes, diputados o gobernadores.
Dentro del crimen organizado no hay una bandera política, no hay una bandera, ni ideales que debían defenderse a través del trabajo social, lo único que habrá, es una estela de muerte, sangre y bala que es la parte favorita de los sicarios que por unas cuantas monedas se llevan entre las patas todo un gasto que hacen los políticos con el dinero de los mexicanos que pagan puntualmente sus impuestos.
Hasta el momento ninguna institución de Seguridad Pública o Fuerzas Armadas, han reconocido que se tienen por lo menos 103 regiones donde las células de los grandes carteles de la droga, han intervenido para influir en el voto a determinado candidato, no me cree, solo voltee a la zona sur del estado de México desde Luvianos hasta Valle de Bravo y sabrá de lo que escribo.
De acuerdo con fuentes del Centro Nacional de Inteligencia, por lo menos 280 candidatos a presidencias municipales del país, tuvieron que pedir permiso al líder de la organización criminal del estado o la zona para poder ser candidato al puesto de elección popular.
Hasta donde se ha llegado, hasta donde el gobierno Federal que se empeña en perseguir fantasmas del pasado perdió el rumbo y las riendas de la seguridad del país para darle paso a esos llenadores de espacios o de ausencias de autoridad, como es el crimen organizado.
Estamos a unas semanas de que el país se vuelva en lo que criticaba el Presidente López Obrador, un NarcoEstado, donde los criminales han tomado el control de los ayuntamientos para iniciar su ascenso a los gobiernos estatales y quizá en algunos años si seguimos así, la Presidencia del país.
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