El intrascendente semáforo  

Marissa Rivera

Marissa Rivera.

No era necesaria una bola de cristal para saber que los contagios por Covid-19 aumentarían en el país. Médicos y expertos, que han cuestionado la estrategia nacional, lo advirtieron. 

Los únicos que no “quisieron” darse cuenta fueron los funcionarios responsables de enfrentar la pandemia. 

Alentaron colores de semáforos a su conveniencia. Pretextaron que durante más de un mes los contagios y muertes iban a la baja y que millones de mexicanos (casi el 30 por ciento) ya estaban vacunados.  

Pero omitieron decir que más del 70 por ciento de la población aún está en riesgo porque no tienen la segunda dosis de la vacuna. Incluso, personas con el cuadro de vacunación completo, han muerto. 

Y en las calles, todo parecía volver a la normalidad. Una irresponsabilidad absurda. Lugares abarrotados, sin importar la sana distancia, ni el uso de cubre bocas.  

Una cosa es reactivar la economía y otra regresar a la fiesta ignorando la epidemia. Omisos unos e imprudentes otros.  

Entrevistada en el programa “AQUÍ ENTRE DOS”, en ADR Networks, la doctora Laurie Ann Ximénez-Fyvie aseguró que estamos en una etapa peligrosa, incluso, en el momento de “mayor incertidumbre” de la pandemia.  

Explicó que se trata de un momento crítico y nocivo. Durante 17 semanas descendieron los contagios y las muertes, pero después, vino el rebrote. ¿Por qué? Porque no hubo la mínima intención de anticiparse, de aplicar alguna estrategia de acción.  

Una vez más se está reaccionando a una circunstancia que se pudo evitar. ¿Cómo? Ampliando pruebas durante la reducción de contagios, ejerciendo una contención y por supuesto acelerando la vacunación, insistió, la investigadora Ximénez-Fyvie, autora del libro “Un año irreparable. La criminal gestión de la pandemia en México. 

Nada de esto ocurrió. Y por si fuera poco el dichoso semáforo epidemiológico únicamente logró confundir a la gente. Provocó que una gran parte de la sociedad se haya relajado e instalado en semáforo verde desde hace mucho tiempo. 

En la Ciudad de México nos mantuvimos varias semanas en semáforo naranja, cuando sabíamos que estábamos en rojo. Luego pasamos a amarillo con la consigna “sin bajar la guardia”. Llegamos a verde, una semana antes y una después, de las elecciones. Un verde forzado en el que la ocupación hospitalaria pasó de 6.4 a 7 por ciento. 

El regreso a la escuela se anunció para el 7 de julio, unas cuantas semanas antes de concluir el ciclo escolar. Pero, hubo contagios y tuvieron que cancelarse las clases presenciales.    

Cada quien podría elegir lo que le conviniera. Las escuelas si volvían a las aulas y los padres si enviaban a sus hijos.  

En medio de una caótica incertidumbre, relució la falta de estrategia, las acciones al vapor y las decisiones tomadas sobre las rodillas.  

Frente a la confusión, es inevitable recordar las palabras de Hugo López Gatell, el pasado 11 de diciembre, cuando reveló que el semáforo epidemiológico era “intrascendente”. Hoy queda muy claro que, en efecto, la señalización es trivial. 

El subsecretario de salud, ya reconoció que ha aumentado en 9 por ciento el número de contagios y que el fin de semana podría incrementarse en un 15 o 18 por ciento.  

La estrategia falló desde el principio y no se enderezó el camino. Pero no todo es culpa de una endeble autoridad. También la sociedad ha contribuido. 

Ya vimos las nuevas olas y rebrotes en otros países. En México han muerto más de 231 mil personas y, aun así, hay quienes desestiman el peligro del virus. No podemos relajarnos. Nuestra obligación es cuidarnos. 

Las mutaciones del Covid-19 atacan con mayor riesgo de muerte. Hagamos lo que nos corresponde. Cuidarnos, aunque ya estemos vacunados. Quédate en casa, sana distancia, cubrebocas y lávate las manos ¡No es tiempo de confiarnos!  

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