El egoísmo es una virtud suprema, señor Presidente

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Las peroratas morales que todos los días nos receta el Presidente Andrés Manuel López Obrador sirven para tratar de distraernos de una cruda realidad: su gobierno es un desastre, una porquería, un barco que se está yendo a pique.

Lo peor de todo es que incluso sus sermones matutinos son pura basura. Hasta como moralista y predicador es muy malo el Nerón de Palacio Nacional. Malo como Presidente y malo también como predicador evangélico, y es que nada resulta más útil para la vida en sociedad que el egoísmo, esa virtud que en la mente retorcida y mediocre de López Obrador se convierte en “defecto”. ¡Qué pena que alguien que se dice “liberal” carezca hasta de los conocimientos más elementales acerca del egoísmo como virtud!

Mucho es lo que se ha dicho y escrito acerca del egoísmo desde la óptica liberal, pero la nota principal es que, para la vida en sociedad, especialmente en los ámbitos económico, político y moral, el egoísmo es virtud de virtudes.

El egoísmo es la suprema virtud que consiste en conocer y defender nuestros intereses frente a los demás que, por supuesto, también deben conocer y defender los suyos. Yo y sólo yo debo definir mis intereses y a mí me corresponde luchar por ellos, velar por ellos. Nadie mejor que yo para saber qué quiero en la vida y cómo quiero lograrlo, de tal suerte que si mis planes suponen la presencia o intervención de otro ser humano, mis intereses deben ser compatibles con los suyos, al menos parcial o temporalmente.

A la suma de dos o más egoísmos se le llama “contrato”, por ello, jurídicamente un “contrato” es un acuerdo de voluntades, donde cada voluntad busca obtener un provecho mayor al que obtendría si actuara de forma solitaria o aislada ante la vida.

Es el egoísmo el verdadero motor de las relaciones humanas. Es el egoísmo el verdadero pilar de las sociedades prósperas. Si cada ser humano fuera inteligentemente egoísta no tendríamos tanta miseria económica ni tanta miseria mental.

Si tus intereses y mis intereses son compatibles y ambos cumplimos nuestros mutuos compromisos, la sociedad avanza sobre bases firmes hacia un futuro promisorio. Para prosperar, las sociedades necesitan individuos muy pero muy egoístas: para no ser pisoteados y para no pisotear (porque los otros egoístas no nos lo permitirían).

Y, justo por esto, debemos rechazar tajantemente a toda esa bola de profetas del “amor al prójimo”, del “altruismo”, de la “voluntad general roussoniana”, del “espíritu colectivo”, del “sujeto social”, del “comunismo”; bola de profetas a la cual pertenece Andrés Manuel López Obrador, ese tartufo que ensalza la pobreza y se excita con sus zapatos sucios desde sus habitaciones palaciegas y desde su sueldo de 112 mil pesos al mes.

¡Ejercitemos, pues, todos los días la enorme virtud del egoísmo!

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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