El proyecto del presidente está cojo

 Rubén Cortés. 

A mitad de camino (sin su aliado Trump en la Casa Blanca) el presidente mexicano ya pensaba tener en Biden el enemigo externo que exige, obligatoriamente, ese régimen de aliento castrochavista que es la llamada “Cuarta Transformación”.

Sin embargo, Biden no le compró hasta ahora ninguna provocación, y parece sentirse muy cómodo con que el mandatario mexicano le haga el trabajo sucio de perseguirle migrantes, y acepte recibir todos los que deporta para acá, sean del país que sea.

Al final, el mensaje de Biden es degradante: encargó la relación con México a sus segundos, sus terceros y hasta a sus cuartos; y le importa un rábano lo que haga o diga el presidente, mientras México le blinde la frontera.

La lista de desafíos es larga, pero no parece suficiente para echar a andar las glándulas sudoríparas del presidente estadounidense:

1.- Tardó, desde tres de noviembre hasta el 15 de noviembre, para reconocer el triunfo electoral de Biden.

2.- Hizo una reforma exprés a la Ley de Seguridad Nacional, con nuevos controles para la presencia de agentes de la DEA.

3.- Minutos antes de reunirse con la vicepresidenta Harris, le envío una queja diplomática por “promover un golpe en su contra”, al apoyar económicamente a una organización civil aquí.

4.- Al rechazar a inversionistas de países democráticos y sustituirlos por empresarios chinos, viola el capítulo 32 del T-MEC, que prohíbe acuerdos con economías que no sean de mercado.

5.- Usa a la compañía de telecomunicaciones china Huawei, la cual es considerada por la Casa Blanca como una “empresa espía”.

6.- Trajo a Maduro un día después de que Estados Unidos renovara la recompensa de 15 millones de dólares por la entrega del dictador.

7.- Dedicó la Fiesta Patria a criticar los “agravios” de Estados Unidos a Cuba, cuyo dictador fue el orador principal en la conmemoración.

8.- Organizó aquí una reunión continental de la CELAC con la idea (fallida al final) de eliminar la OEA, que fue creada por Estados Unidos.

9.- El discurso de cierre de la reunión de la CELAC lo dio, por teleconferencia, el secretario general del Partido Comunista Chino.

El caso es que, sin convertir a Estados Unidos en el enemigo externo que necesita el castrochavismo de la 4T, el proyecto político del presidente tiene una pata coja, pues el librito indica la necesidad de excitar el sentimiento antiestadounidense. 

Sobre todo porque ya es notorio el desgaste de la lucha contra la corrupción, como el enemigo interno que le funcionó al presidente para agitar a sus bases electorales: después de tres años, no tiene resultados tangibles ni detenciones de personajes de gran talla.

Pero Biden no parece inmutarse. 

Y sólo lo quiere de muro fronterizo.

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