Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

Muchos estamos hartos del exceso de fallas, errores y falsedades de un gobierno federal que conjunta cierta popularidad con corrupción e impunidad. Otros ya lo imitan en casi todo el país.

Se valida al líder cuando cae en excesos de autoelogio o propaganda falsa, y a pesar de sus numerosas fallas y mentiras lo llegan a ubicar como infalible y “el mejor del mundo”. Todo eso se vuelve aún más peligroso porque él no enmienda sus graves y costosos yerros.

Hace una semana emprendí en este espacio un deslinde básico que nos ayuda a ver, por un lado, la política social (simplificada en los ‘abrazos’ del famoso eslogan) con la que se atacarían las causas de la violencia y, por otro lado, la política de seguridad que es representada por los ‘balazos’ en esa frase de propaganda y se caracteriza por ser inmediata y específica en el marco de la Ley.

Bueno, es más correcto referirse a atacar los orígenes (con abrazos de comprensión y diversos apoyos para disipar esas fuentes), en paralelo a la actuación legal en contra del crimen a partir del monopolio del Estado en el uso de la fuerza, con la mayor oportunidad y los medios que se requieran (incluida la posibilidad de balazos). La primera línea de acción debe ser eficaz y permanente o a plazo abierto, en tanto que la segunda exige más rapidez y determinación.

Miren, en la acción social resulta clave asegurar un sustento económico a mejoramientos que sean importantes y permanentes, sobre todo con la creación de valor (riqueza susceptible de distribuir) que, mediante inversiones certeras, generen más empleos productivos y bien remunerados. Chéquelo, señor presidente.

A su vez, en décadas anteriores se daba mayor relevancia a la igualdad de oportunidades con la idea de atenuar las diferencias de ingresos entre individuos, que son explicadas por oportunidades tan desiguales. Sin embargo, el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 plantea una falsa disyuntiva entre las oportunidades y los derechos, cuando en realidad se complementan. El Estado debe garantizar un piso mínimo digno y equitativo, mientras promueve la generación de valor agregado que hace falta para sostenerlo (Roberto Vélez G., Oportunidades y derechos, Reforma, 28/VI/2022).

Cualquier esfuerzo se vuelve necesario pero no suficiente, pues la tarea es gigantesca y los resultados nunca se pueden igualar del todo, en adición a que el actual gobierno se opone por razones más ideológicas o electorales. De su parte, los derechos no se garantizan por decreto, sino que requieren un espacio de oportunidades para materializarse.

Ahora se habla de las tres ‘P’: el Populismo (promete y ganarás), la Polarización (divide y vencerás) y la Posverdad (¿qué creer?). El lío en México es que, con una recesión inflacionaria, viene aún más disparidad, pobreza, hambre, frustración y conflicto social, ya sin tanta fe en la cuestionada democracia (debilitan los contrapesos, las instituciones y las normas que la definen).

No se van a cumplir las usuales promesas populistas de reformar la economía y mejorar radicalmente las instituciones, ni tampoco las de disminuir en forma significativa la pobreza y la desigualdad. Quienes caen hoy en una especie de complicidad, no le hacen bien a nadie… Tienen que entenderlo.

Aferrarse a errores sin repensar, eso sí, puede acabar con él y causarle un daño enorme a México. ¡Alguien convénzalo!

* ALGUNOS PROFESIONALES SE VUELVEN cómplices de las trampas del liderazgo de la 4T: falsedades, simulaciones, autoengaños, distractores, culpables, fracasos velados, costos desorbitados, rumbos endebles y contraproducentes. El columnista Jorge Suárez V. señala que no sabe si es peor “un gobierno que miente y engaña, o que haya tantos necios que creen y defienden mentiras evidentes”.

Aparte de quienes exhiben desinformación y baja escolaridad, los economistas nos afligimos ante tantos indicadores negativos, los funcionarios quieren mantener su trabajo y sus anhelos políticos, los oportunistas aceptan cualquier cosa con tal de obtener dinero e influencia… Pero, ojo, entiendo menos a los abogados que no se resisten a que se afecte la Constitución o el Estado de Derecho, ni a los efectos tan perniciosos de la creciente impunidad.

En fin, igual cuentan con gente de Derecho en el poder Ejecutivo y el Legislativo, aunque no veo que los inquiete la negra perspectiva del culto a la personalidad que muchos impulsan al llevarle la corriente en todo al Amado Líder.

 

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