Raúl Flores Martínez.
La cobertura de la muerte del gobernador de Puebla, Miguel Barbosa Huerta, tuvo varios matices que dejan pensar que la Cuarta Transformación, es una basura.
La participación de decenas de funcionarios del Gobierno de Puebla que a fuerza de amenazas de ser despedidos, acudieron a los tres homenajes póstumos a expresar su pésame.
Policías estatales vestidos de civiles, funcionarios de Gobernación y Medio Ambiente, echando porras o en su defecto mujeres que disimulaban lágrimas a cambio de una paga de mil pesos.
Así fue el engaño que hizo la administración estatal, con la finalidad de dar a conocer un amor fingido a un gobernador que fue odiado y aborrecido por sus votantes.
El ejemplo más contundente, se dio en la funeraria Valle de Ángeles en el municipio de Tehuacán, Puebla donde se realizó el velorio del político poblano.
Solo seis personas, estuvieron en ese velorio, tres de familia (esposa e hijos) y tres amigos que tuvieron que aguantar para no dejar a los deudos solos.
Las expresiones populares fueron más mentadas de madre y reproches qué cosas positivas para el difunto mandatario que dejó muchos pendientes, y obras inconclusas.
Tan solo en su municipio natal de Tehuacán, entregó obras públicas inconclusas y mal hechas que no han durado más de tres meses.
Ha muerto el Rey, Viva el Rey; ahora los cambios que se darán, seguirán hundiendo a un estado que está decepcionado de su Cuarta Transformación.