Ni el INE ni la Suprema Corte

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

Pilares del andamiaje institucional del Estado mexicano, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Instituto Nacional Electoral, han sido objeto de una consistente (quizá sea un eufemismo de “brutal”) ofensiva desde el Poder Ejecutivo Federal, en la mismísima figura y voz del presidente de la República.

El claro objetivo de Andrés Manuel López Obrador para construir un mando único y sin molestos contrapesos para llevar a cabo su mal llamada y francamente ya ridícula “cuarta transformación”, fue minar cualquier atisbo de autonomía en órganos constitucionales creados unos y transformados otros para dar equilibrio y gobernanza a la vida pública del país.

Así, aprovechó su clara y contundente mayoría lograda en 2018 para disponer de la Cámara de Diputados y de buena parte del Senado, lógico en un mandatario que ganó la elección presidencial de cabo a rabo. Pero no se conformó con ello: tomó por asalto a comisiones nacionales autónomas como la de Derechos Humanos o la de Hidrocarburos, y se empeñó en minar la capacidad de los institutos encargados de regular las telecomunicaciones, la transparencia informativa, la competencia económica y la energía, por decir algunas.

La estrategia presidencial buscó aprovechar también que los “astros” se alinearan para que López Obrador propusiera los nombramientos de 4 ministros de la Corte y otros tantos del INE, cuya ratificación no tuvo problema alguno gracias a la mayoría legislativa del presidente.

El inquilino de Palacio Nacional, soberbio él, dio por hecho que mantendría su mayoría calificada en la cámara baja y su capacidad de negociarla (o imponerla) con algunos senadores que le hacían falta, pero se topó con su primer gran fracaso: la elección intermedia de 2021, el verdadero punto de inflexión y un antes y después del omnímodo poder que siempre quiso y acaso gozó los primeros 3 años de su mandato.

Es por ello que a nuevos tropiezos que implicaron un alto a reformas constitucionales que quiso imponer -la eléctrica y la político electoral- siguió la estrategia de reformar leyes secundarias para mantener sus políticas energéticas pero sobre todo garantizar el control de las instituciones electorales para llegar al 2024 con la seguridad del triunfo y de la continuidad de su proyecto, hoy fallido.

Y aquí emergió en el horizonte político la eventual toma del Poder Judicial, donde al mandatario tabasqueño le hacen falta 4 de 11 votos para evitar que sus reformas sean declaradas anticonstitucionales y con ello consumar el ridículo. Lo evitó parcialmente (el ridículo) en la litis eléctrica, pero todo parece indicar que no lo podrá eludir en lo que se refiere a derruir el INE y con ello minar la credibilidad de un proceso electoral que busca ganar a como dé lugar. La consigna parece ser: o gana mi candidat(a) o descalifico los comicios y a ver de cómo nos toca.

El propio López Obrador lo reconoció el viernes pasado, cuando no sólo reiteró una vez más que no confía en la Suprema Corte -y mucho menos cuando no pudo imponer como su presidenta a la ministra plagiadora Yasmín Esquivel Mossa- sino que se lamentó de que cuenta con “2 o 3” de sus votos. O sea, a pesar de que ha impulsado a 4 de los 11, ya ni siquiera alcanza lo necesario para impedir una acción de inconstitucionalidad. Gran noticia.

Por el lado del INE, el presidente de la República espera ansioso que en abril se vayan 4 de sus consejeros, incluidos sus odiados Lorenzo Córdova y Benito Nacif, para proponer a sus sustitutos. Antes que eso, ansía que las controversias constitucionales presentadas en torno a su “plan B”, que desmantela a la autoridad electoral, se queden en el tintero, lo que se ve poco probable ya con la ministra Norma Piña al frente del máximo tribunal.

Otra gran señal es que ya los 11 actuales miembros del Consejo General del INE dieron un golpe en la mesa y rechazaron el plan obradorista. Y en la Corte parece ser que las cosas se compusieron luego de una triste presidencia de Arturo Zaldívar, aliado ostensible de Palacio Nacional.

Si bien no es definitivo entonces, hasta el momento Andrés Manuel López Obrador no ha podido ni con la Corte ni con el INE. ¡Que así siga!

 

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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