García Luna, hampón esférico. Se juzgó a un narcoestado

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez.

Fue la razón y el sentido común los que llevaron al jurado de New York a entender meridianamente que no se trataba de juzgar a un delincuente común, porque el caso de Genaro García Luna, es lastimosamente emblemático de los errores y horrores del estado mexicano, que se mantiene en esa misma línea de solapar las más graves inseguridades pública y nacional, no solo para los extranjeros, sino para todos los mexicanos de bien.

El socarrón García Luna -porque no se le quitó lo burlista y lo aparentemente seguro durante el juicio- fue declarado culpable por los cinco delitos imputados, que no representan sino unos pocos de los delitos que habitualmente cometió en este país a ciencia y paciencia, de muchas autoridades, no solo las que fueron sus superiores en el pasado, sino las que no movieron un dedo, como los actuales bravucones de lengua, indispuestos para detenerlo y juzgarlo adecuadamente. Lo único que movieron fue la boca, como si fueran comentaristas y no detentadores del poder ejecutivo.

Unos por complicidad otros por omisión, todos demostraron que no les sirve tanto poder. Es mucho lo que se les da y evidentemente no hay capacidad para hacer el trabajo que se comprometieron en su momento a realizar, mantener el orden, respetar y hacer respetar la ley, para vivir sosegadamente, en paz.

Por miedo o por participar de beneficios económicos, de servicios de espionaje o protección, se mantuvo el peligroso sujeto en los cuernos de la luna. En el nivel federal a todo lo que da, con los gobiernos de los estados, donde sus recomendados entraban con toda la fuerza, por supuesto; so pretexto de protección, les vendía sus empresas a los diversos poderes del país, sin que nadie, ni de manera informal se inconformara.

El bribón, era atendido ipso facto por gobiernos priístas, donde comenzó con tipos improvisados como Jorge Tello Peón, ingeniero como García Luna experto en aparatos de escucha, gente nombrada por Ernesto Zedillo; los panistas lo contrataron y ascendieron, era su ídolo, pero también el gobierno perredista en la Ciudad de México, como se supo con las declaraciones de un testigo en New York, estaba articulado a la misma red de intereses. Todos los poderosos se plegaban a entregar la seguridad ciudadana en sus distintas instancias, con tal de quedar bien, con un mequetrefe que era bien visto en el otro lado; lo que les ahorraba la función imprescindible de gobernar, entregando las ovejas al lobo. Por cobardes y flojonazos. Todos.

Los delitos que verdaderamente se cometieron, -por supuesto- me llevan a imaginar que fueron en toda la gama delictiva, ya que además durante lustros manejó la llamada inteligencia mexicana, los datos y las operaciones que le permitieron surcar por donde se le antojaba. Seguro, muchos están ahora sí, pensando lo que debieron hacer y no hicieron. Otros quisieran vomitar lo que les indigesta.

Pero García Luna no es un caso aislado, es el más representativo por ahora. Y según creen los del Palacio, es únicamente carnada para la conveniencia política de los que mandan, que le sacaron al parche y mejor le tuvieron que pedir pecho a los vecinos; que a duras penas con la peor ralea, armaron un juicio, donde ni por asomo se vio alguna colaboración del régimen de México; brillaron por su ausencia las policías, las guardias nacionales, los militares, la gente de Gobernación o testigos mexicanos, que hubieran hecho más evidente lo que todo mundo aquí sabe de las andanzas de este pillastre. En pocas palabras, se abstuvieron, no vaya a ser que se enoje el García Luna y desde la celda se las cobre. ¿O no?

La prueba que no hicieron absolutamente nada, es que la esposa del delincuente-ex funcionario, Cristina Pereyra ya pudo ayer mismo, descongelar sus enormes cuentas, porque la investigación del gobierno mexicano en contra, nunca pasó de la ambigüedad de aplicar medidas cautelares, nada sólido. ¡Así de fácil! Los bocones ni las manos metieron y la doñita se les va con la lana.

¿Será que muchos le debían mucho y mejor lo querían fuera?

Aparentemente querrían cerrar un capítulo, que no solo no se cierra si no que los acompañará siempre, porque nadie olvida lo que se dijo en esa corte

¿Y que sigue? no digamos en cuanto al hampón esférico, porque desde donde se le vea eso es, ya que indudablemente va a apelar la sentencia que sea, o va a recurrir a aventar jefes declarándose testigo protegido, para seguir en la trama de esta novela verdadera.

¿Qué sigue para el país?

Porque lo que importa, es México.

Después de este batidillo, queda clarísima toda la red de seudo gobernantes embarrados hasta la coronilla, no solo los que pueda aventar el culpable; sino los que ahora queda demostrado, han arrastrado en lo que va del siglo, a la fuerza del estado para ponerla de trapeador y alfombra de los cárteles.

Allá, van a medio camino de declarar terroristas a las organizaciones criminales mexicanas, como se sabe, veintidós fiscales, de sendos estados de la Unión Americana, le están exigiendo a Joe Biden, concrete la declaratoria federal y las acciones consecuentes.

Porque después de este juicio, quien quedó afectado fue el estado mexicano. Eso es lo que se juzgó. La evidencia del soborno, la impunidad y la colusión de los mandos del gobierno mexicano con los transgresores de alto rango, dejan de manera indeleble el carácter de narcoestado a nuestro queridísimo México.

Ahora si ya no hay pretexto ni duda para los congresistas y para la política estadounidense, que hay amistad, abrazos, saludos y carteos entre los malosos y los inútiles que están al frente del changarro.

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