Contra la política racionalista, AMLO propone misticismo

Jorge Miguel Ramírez Pérez

Jorge Miguel Ramírez Pérez.

Con el pretexto de dar una versión incompleta de la expropiación petrolera de 1938, en la que se buscó paralelismos forzados alabando a un presidente demócrata de la época: Franklin Delano Roosevelt; el discurso del Zócalo del 18 de marzo, tuvo definiciones para la lógica del poder, que corroboran por medio de dichos expresados en tono sibilino, sin especificar, como si fuera una consulta a la sibila de Cumas, en el oráculo griego; que hay decisiones ya tomadas por la oligarquía en el poder, la que por cierto no va a regresar, como aseveró el jilguero, porque no se ha ido en ningún momento y goza hoy mas que nunca de cabal salud y prosperidad inigualable.

Con ese estilo enredoso, ampuloso propio de la retórica del viejo PRI, se vociferaron amenazas contra opositores específicamente contra el PAN, denostando a sus fundadores a los que se tildó de fraguar un complot contra una expropiación en aquéllas épocas, que nadie entiende si no fuera porque fue promovida desde las entrañas del poder hegemónico, como lo dejó entrever tímidamente el orador, al destacar que la operación de echar fuera a las empresas petroleras extranjeras, tuvo la anuencia total y explícita del gobierno estadounidense en el marco del inicio de la segunda guerra mundial.

Se omitió en la perorata, que la principal empresa expropiada se había negado repetidamente a atender la solicitud de Washington, en el sentido de no venderle a los agentes de la Alemania Nazi, el petróleo mexicano en el mercado petrolero de Rotterdam. De hecho, para omitir las instrucciones de su gobierno, los empresarios por cierto estadounidenses y de filiación judía, optaron por domiciliar a las empresas fuera de Estados Unidos, en la City, en Londres; según ellos para no ser ubicados y seguir distribuyendo el hidrocarburo a Berlín, que con estos suministros se apoyaba para iniciar la guerra que se conoce como segunda guerra mundial.

La encomienda la llevó a cabo el general Cárdenas, quien tuvo el apoyo dos años antes, para expulsar a su amo, Plutarco Elías Calles; quien fue detenido en Cuernavaca por el coronel Lomas, y de inmediato en un avión militar trasladado a California, donde permaneció fuera durante el cardenismo. Los que habían apoyado a este cacique político ya no estaban en el poder. No tuvo más remedio Calles, que callar y alinearse al país de sus antiguos protectores que se convirtieron en sus carceleros en una jaula de oro.

La expropiación tiene una historia detrás, que no es el cuento mutilado que le han vendido, los gobiernos mexicanos desde entonces y hasta ahora, al pueblo bueno y manipulado, que se cree todo, si les dan algo.

En esta ocasión el discurso con simbolismos, dio a entender que Joe Biden, es un Roosevelt revivido; que Ken Salazar el embajador, pudiera ser el espíritu del buenazo de Joseph Daniels, el embajador durante el cardenismo y hasta el alemanismo; y en la euforia, nos tenemos que tragar que hay estadounidenses buenos y otros malos, pero los buenos, eran casi cardenistas, describiendo un retrato hablado como para decir que Biden y el Ken, son de la cuatro T, solo eso faltó en un discurso de más de una hora.

Pero el punto de tanto vericueto verborréico, fue explicar porqué no va a apoyar en la sucesión a un candidato radicalizado; utilizando la misma ficción histórica, donde afirmó que siendo Francisco J. Múgica casi el mentor político, de Cárdenas y además coincidente en el enfoque de imponer el socialismo en México; no pudo por las circunstancias internacionales, es decir, por la necesidad de no contrariar a Estados Unidos en el escenario mundial, lograr impulsarlo a la presidencia, viéndose obligado el Tata, a designar a Manuel Ávila Camacho, que interrumpió según los dichos del sábado, el proceso revolucionario.

Se intentó explicar públicamente que no podía darle el poder de la presidencia, ni a alguien con reminiscencias de largo tiempo, ni a los que quieren implantar el modelo izquierdista socialista… visto de ese modo retorcido, que no se explica si no fuera necesario declararlo. Quedarían fuera: Augusto López, protector temprano junto con la familia de Obrador, y la Sheibaum a quien se le asigna una filiación ultra marxista. El modelo propuesto por eliminación, dejaría a Marcelo Ebrard en la recta final de la candidatura morenista, de acuerdo con esta especie: El secretario de Relaciones Exteriores, es el que no se elimina, primero por ser moderado y segundo porque rebasa los intereses aldeanos del clan lopezobradorista.

Pero en el contexto en el que el discurso fue pronunciado, Obrador quiso hacer alarde de un posicionamiento doctrinario político vernáculo, elogió a los sectores del PRI, la CNC y la CTM, en un acto de ultra priísmo, y se lanzó a fustigar a los políticos racionalistas, descalificando el uso de la razón, la lógica y el orden mental en la política; su propuesta fue enarbolar, como bandera ideológica, la superioridad del misticismo como fin de los usos de la política, destacando al factor suerte, como fuente de decisiones, en otras palabras invocando la fraternidad de agoreros y chamanes como fuerzas o vibras, indudablemente para darle continuidad a la desestabilización de las instituciones.

¡Increíble!, en unas cuantas frases Obrador tiró a la basura la vida democrática y los esfuerzos modernizadores del estado mexicano. En cambio, ofreció instaurar un esquema primitivo, donde no cuenta lo que se piensa, lo que se reflexiona en las ciencias sociales, la administración pública, la ciencia política y la economía, sino las vibras y las ocurrencias de Birjan el dios de los apostadores. Recomendó el factor suerte, como relevante para acuerpar la decisión.

Claro que hay odio a la racionalidad política, en una hablada, pidió los electores, negarse al uso cerebral de las inclinaciones y propuso lo mágico, lo irracional, para que los votantes manifiesten sus preferencias.

En el otro lado de la antípoda, está la urgente necesidad de crear oposición, lo que hasta ahora no existe; la mayoría de los que quieren no se les puede inscribir en el proceso geopolítico, que el mismo Obrador revela como limitante de sus preferencias.

Tal vez por ello la precandidatura de José Ángel Gurría cobra importancia, porque el empaque de la sucesión es geopolítico, y si hay alguien que entiende esta correlación de fuerzas: es él, que fuera secretario de Relaciones Exteriores, y sobre todo secretario de Hacienda, el último que escaló el crecimiento de la economía en un siete por ciento que hoy se ve casi imposible.

No es gratuito que Obrador deseche la política racional, sería para la improvisada cuatro T, el cadalso.

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