¿Qué clase de “justicia” quieren las feministas?

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Contra lo que mucha gente ilusa cree, el feminismo realmente es un cáncer social. Detrás de esta ideología, que supuestamente defiende “los derechos de las mujeres”, se hallan dogmas siniestros y conductas totalitarias. El feminismo es, en realidad, una colección de falacias, ficciones, fantasías, falsedades, sesgos cognitivos, absurdos, contradicciones y caprichos mentales puesta al servicio de mentes retorcidas de carácter fascista.

Cualquiera persona que se diga “feminista” o “partidaria del feminismo” está exhibiendo, de entrada, su pésima formación intelectual. Cualquiera persona que haya pasado por un bachillerato medianamente decente, que haya cursado las materias de Lógica y de Metodología de la Investigación Científica, fácilmente podría deshacerse de toda esa basura mental llamada “feminismo”. Pero, como bien sabemos, el sistema educativo nacional adolece de muchas carencias y defectos: la mala formación intelectual se halla, paradójicamente, en primer plano.

Lo peor de todo es que hasta en las universidades, que son instituciones de supuesta “educación superior”, se presenta la putrefacción mental inherente al feminismo, con todas sus amargas consecuencias. Ahí está el caso reciente de la Universidad Autónoma “Mensopolitana”, que ha sido tomada y cerrada por las sectas feministas porque las autoridades no se someten a todos sus caprichos, y miren que esta universidad ya se ha sometido a tan nefasta mitología al grado de la ignominia. Vaya, incluso en la Unidad Xochimilco de la Universidad Autónoma “Mensopolitana” se imparte el Doctorado en Estudios Feministas, o sea, un “Doctorado en Pseudociencia”… ¡el oxímoron perfecto!

Y no puede ser de otro modo, mis amigos, porque el feminismo carece de racionalidad científica y, por ello, la imposición dogmática y totalitaria termina desplazando al argumento lógico y a la evidencia empírica.

Muchas quejas de “acoso sexual” sin las pruebas pertinentes ni fehacientes, justo en la época de la historia humana en la que más instrumentos existen para registrar y demostrar la comisión de tal delito. Además, las universidades se han dedicado a diseñar y aplicar estúpidos protocolos para atender casos de abuso, acoso, hostigamiento y violación sexuales cuando lo conducente sería dejar que el Ministerio Público se hiciera cargo de todo eso, quedándose las universidades con el papel de coadyuvantes, tal como corresponde.

Incluso, por exigencia de las feministas ya existen fiscalías especializadas para atender delitos sexuales y pronto contarán con unidades especializadas para atender a las universitarias que se digan víctimas de delitos sexuales. Y les apuesto que tampoco esto será suficiente porque, como ya sabemos, la “justicia” que buscan imponer las feministas es la del dogma retrógrado de “¡Yo sí te creo, hermana!”, para que la palabra de cualquiera mujer que se diga víctima se convierta, automáticamente, en verdad absoluta y fuente de condena inmediata. Lo dicho, mis amigos: el feminismo es un cáncer social, un monumento a la irracionalidad y un sistema de falsa justicia.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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