El malo de esta película de horror

Rubén Cortés.

 La cara sucia del maltrato a los migrantes y la xenofobia en México no es la de policía: es la del canciller. Por no saber decir que no al presidente, Ebrard se dobló con Trump, y aceptó atender y responder sobre temas migratorios en el gobierno.

 No olvidemos que, en el mismo arranque de este gobierno, Ebrard emitió una circular más propia de Trump que de un político que se vende como socialdemócrata, liberal y moderno. Así anunció la postura oficial de México ante la migración ilegal:

 —Si quieres cruzar nuestro territorio, tienes que decir a qué vienes.

 —Si quieres cruzar nuestro territorio, tienes que decir por qué vienes.

 —Y probablemente lo que te vas a encontrar, es que te vamos a decir que no.

 —Porque le vas a crear un problema a nuestro país.

 Y aceptó un acuerdo administrativo que le impuso el presidente para, sin corresponderle, que la Secretaría de Relaciones Exteriores se encargue de operar todo el sistema migratorio del país.

 Por eso, ante la escena atroz de 38 migrantes quemados vivos en una celda en Ciudad Juárez, el titular de Gobernación, Adán Augusto, zanjó sin ambages: “Es Marcelo el encargado”.

 La cara sucia debería ser el director de Migración, Francisco Garduño, un carcelero que llegó al cargo tras haber dirigido la red nacional de prisiones. Pero la cara sucia es la del canciller. 

El exsecretario de Estado Mike Pompeo escribió que Ebrard aceptó que México se convirtiera en sala de espera de migrantes ilegales deportados por Estados Unidos, y que pidió se ocultara el acuerdo a los ciudadanos mexicanos.

 Contó Pompeo que, el 15 de noviembre de 2018 se encontró con Ebrard en Houston, antes de la toma de posesión del actual presidente mexicano cedió a su pedido de que México aceptara a los deportados, pero a condición de que fuera en secreto. 

Pompeo le contestó: “Mira, me vale un bledo lo que digas. Lo que sea que te ayude internamente, es cuestión tuya”. 

Además, Trump reveló que dobló a Ebrard como “nunca había visto a alguien doblarse”, cuando el canciller aceptó el programa Quédate en México, que era lo mismo que el de Pompeo, pero de manera oficial:

 “Entra Ebrard a mi oficina y se ríe de mí cuando le digo: ‘Necesitamos 28 mil soldados en la frontera, gratis’. Me miró y me dijo algo como ‘¿Desplegar soldados, gratis?’ ‘¿Por qué haríamos eso en México?’ Le dije: ‘necesitamos algo llamado ‘Quédate en México’”. 

“Entonces él me miró y me dijo: ‘¡Señor: será un honor tener 28 mil soldados en la frontera! ¡Será un honor tener ‘Quédate en el Maldito México’! ¡Queremos tener ‘Quédate en México!’”

 Es Ebrard. Salvo que desmienta a Adán Augusto.

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