Por Gustavo I. Robledo Guillén “Gallito”.
Valle del Tangamanga, SLP.- Hoy anunció su retiro de los ruedos DON JULIAN LOPEZ “EL JULI”, a quien tuve el privilegio de entrevistar y provocarle una sonrisa con recuerdos de su infancia en SLP, porque la vivió aquí y mucho.
Es 1996 y 1997 y aquel chiquillo llegó con su padre a México y a San Luis -entre otras casas- con los Garfias -donde recuerdo haberle visto por mis andares infantiles siempre con don Marco y don Pepe-, sin más ilusión que su sabia precocidad y el deseo venturoso de lograr ser un torero importante: una Figura del Toreo Histórica.
Bendición suprema con la que Dios toca a pocos de sus hijos y los consagra para la posteridad con la rumbosa sinfonía angelical de su nombre en letras de cielo y listones de gloria.
Esa gracia divina tiene el torero madrileño.
Los aficionados y no aficionados que le vimos en vivo o por televisión somos privilegiados. Es como haber visto a Mozart componer, a Cervantes escribir, a Velázquez pintar o a “Guerrita” torear.
¿De que se ríe el Maestro? ¿de qué se acordó? “…desde niño aquellas novilladas en el año 97, cuando jugaba aquí fútbol en vez de entrenar, porque tenía la grandeza y la maestría adentro”.
Por eso su risa -la risa picaresca del recuerdo- desde antes de nacer ya sabia torear, no necesitaba practicar.
Transmitir por radio una corrida de toros, entrevistar a uno de los toreros más grandes de la historia y de los que más he admirado: Julián López “El Juli”. Una de las pasiones más emotivas, comprometidas y responsables que he realizado.
No se si vuelva a los ruedos. Y si no, la tristeza como aficionado de su partida y la alegría por haberle visto y platicado.
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