Tesis plagiadas: les habla un “ghostwriter”

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Bueno, pues resulta que la candidata no-candidata presidencial del Frente Amplio por México, la comediante Xóchitl Gálvez, se sumó al club de las plagiarias mujeres empoderadas “con perspectiva de género” de este país, al lado de Yasmín Esquivel y de Delfina Gómez.

Pues sí, resulta que la política opositora, que se presenta como adalid anticorrupción, incurrió en plagio con respecto al informe que entregó en la UNAM para titularse como ingeniera. Se tituló por experiencia laboral, una forma de titulación que supone la entrega de un informe por escrito que avale dicha experiencia. El informe entregado por Xóchitl Gálvez incluía textos presentados como propios siendo realmente de otros.

El plagio se define como la apropiación fraudulenta de un producto intelectual (ideas, textos, obras artísticas, etc.): un plagiario es un “ladrón de productos intelectuales”; un plagiario hace pasar como propios y originales productos que son de otros. Por eso, el plagio está muy mal visto y hasta penado en los ámbitos académicos, artísticos y culturales.

Pero, la verdad, es que existe mucha hipocresía con respecto al plagio en los espacios académicos, ya que se trata de algo más común de lo que se piensa.

Les habla un ghostwriter, es decir, un escritor que trabaja para otros por encargo. El “escritor fantasma” crea obras que aparecerán con la autoría de otro y así se acuerda: dinero a cambio de textos. El 99% de todas las cosas que he escrito a lo largo de mi vida ha sido como “escritor fantasma” o “negro”, y he escrito de todo: homilías, poemas, canciones, cuentos, novelas cortas, guiones, artículos periodísticos y científicos, capítulos de libros, libros, introducciones, presentaciones, tesinas y tesis, ensayos, trabajos finales, informes de todo tipo, ponencias, programas gubernamentales, proyectos de ley, etc.

Y siempre he trabajado con ética: todos mis escritos han sido originales; mis clientes pueden dormir tranquilos. Pero justo por mi oficio de “escritor fantasma” conozco muy bien el “mercado del plagio”. ¿Ustedes recuerdan esos negocios que, hasta hace poco, anunciaban “se hacen tesis”? Y, claro, todos sabíamos que se referían tanto a la maquila como a la elaboración misma de las tesis, siendo el plagio una práctica muy común. Pululaba en esos negocios la función de “copiar y pegar sin citar”.

Para exhibir la hipocresia universitaria con respecto al plagio, cómo me encantaría que, con base en la Inteligencia Artificial, todas las tesis universitarias de los más recientes sesenta años pasaran por el “filtro de la honestidad”. Les aseguro que miles de universitarios comenzarían a sudar frío, dejando a Xóchitl Gálvez como una novata.

Lo peor de todo esto, es que la inmensa mayoría de las tesis es una pérdida de tiempo y de dinero. La inmensa mayoría de las tesis no soportaría un análisis costo-beneficio y, justo por eso, yo eliminaría la presentación y defensa de una tesis como requisito para la titulación. Pero dejemos que el país siga pensando en términos de “pureza textual”.

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Esta videocolumna de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.

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