Por. Ah-Muán Iruegas
Los feligreses de Morena celebran hoy el supuesto “triunfo” de Claudia Sheinbaum en las próximas elecciones presidenciales. Pero no es seguro el triunfo de la Sheinbaum.
El supuesto “triunfo asegurado” de la señora Sheinbaum se basa en los resultados de diversas encuestas que dan amplia ventaja a esta mujer. Pero dichas encuestas no son confiables. Me explico.
En primer lugar, las encuestas que se han publicado no incluyen en su mayoría la metodología indispensable para verificar si se hicieron o no con pulcritud. Virtud que, como todo el mundo sabe, es muy escasa en épocas electorales.
Es probable que al menos algunas de las encuestas sean pagadas por la propia Claudia Sheinbaum o su equipo. No hay realmente similitud entre los resultados, lo cual da pie a la sospecha, pues algunas dan márgenes muy amplios de ventaja a Sheinbaum, de casi 30 por ciento, mientras otras reducen dicha ventaja a menos del diez por ciento. De ahí que sea fácil pensar (mal) que algunas de esas encuestas, han sido falseadas con fines propagandísticos.
En segundo lugar, ninguna de esas encuestas es totalmente confiable. Por un lado, muchas de ellas son encuestas telefónicas u “online”, que naturalmente tienen un sesgo, pues no incluyen a la población más pobre, la que no tiene teléfono ni computadora.
Dicha población salvajemente marginada, es al mismo tiempo un grupo que ha crecido durante el sexenio del presidente de la República y su partido Morena. Por lo cual, no tienen por qué ser leales a un partido que dice “Primero los pobres”, pero a los más marginados los colocó al final de su lista.
Adicionalmente, las encuestas que se realizan casa por casa, que son las únicas realmente confiables (en caso de que no sean encuestas pagadas o fabricadas por el gobierno), no se han realizado correctamente.
Éstas no se pueden realizar debidamente, porque aproximadamente el 30 por ciento del territorio nacional está controlado por el narcotráfico. Lo que implica que no hay condiciones normales para la aplicación de encuestas, por la presencia de los narcotraficantes (hasta a los morenistas, a veces los matan).
En condiciones de paz, pudiera inferirse que “los indecisos votarían igual que los decididos”. Es decir que en el 30 por ciento del territorio controlado por el narco, la gente votaría igual que predicen las encuestas. Pero esto no es necesariamente cierto.
El principal problema de México, el cual se definirá en la elección presidencial, es la inseguridad creciente en nuestro país. La cual se definió con la inefable terquedad presidencial mediante el eslogan “Abrazos, no balazos”.
Esa torpeza histórica, originada en la mente de AMLO, puede convertir a López Obrador incuso en “El peor presidente de la Historia de México”, pues su gobierno no garantiza ni siquiera el Derecho a la Vida de su “amado pueblo”.
Sin el derecho a la vida, el resto de las dádivas presidenciales carecen de importancia. Lo cual perfectamente entienden las 160 mil familias que han perdido a uno de sus miembros en este sexenio, por culpa de la inefable política del señor presidente.
De ahí que no puede inferirse válidamente que en el territorio narco, la gente votará igual que en el territorio “pacífico”. Lo de pacífico es un decir, pues hasta en la Ciudad de México han comenzado las balaceras en la última semana. En una de las cuales, en Iztacalco, recibió un tiro una niña de dos años.
Todo el caos del sexenio en materia de violencia e inseguridad, puede tener consecuencias electorales. Las notas fúnebres que trajo consigo la propuesta de AMLO de “Abrazos, no balazos”, no es fácil que las olvide la población inerme que vive en territorio narco (ni toda la población mexicana, que observa asombrada la cauda de muertes del actual sexenio).
No es en absoluto seguro que la población de ese 30 por ciento del “narco país”, vote por Morena. De hecho, es válido pensar que esa población puede votar inclusive “en contra de Morena”.
Lo cual es muy fácil que sea inducido por la oposición con su propaganda anti gobiernista en su próxima campaña de propaganda anti Sheinbaum.
Desde luego que es posible que el narcotráfico opere en favor de Morena en las próximas elecciones. Lo es, debido a que la delincuencia organizada sabe perfectamente que le conviene la continuidad de la política de “fomento a la inseguridad” del obradorismo.
Pero eso sería fraude electoral y abriría la posibilidad de protestas de la oposición, quejas en la OEA, etcétera. Lo cual es tema distinto al que aquí se trata.
Todo lo anterior, me lleva a afirmar que, si están en el aire los votos de 30 por ciento de México, no es posible afirmar que Sheinbaum tenga su triunfo asegurado en la próxima elección presidencial.
Otro elemento que juega contra Morena, es la propia personalidad de Claudia Sheinbaum. Esa mujer parece incapaz de entusiasmar a nadie. Es imposible escuchar sus discursos sin bostezar.
Sheinbaum es una mujer bastante aburrida. Sin duda. Pero hay más.
Su formación como científica no le ayuda, porque sus razonamientos son demasiados complejos para su público, el cual, puede echarse a dormir a media explicación de sus propuestas.
Además, su físico es casi anti femenino. Es una mujer poco agraciada.
El atractivo sexual, desafortunadamente para los seres pensantes, es un elemento que sí juega un papel en las elecciones mexicanas. Fue utilizado exitosamente por el expresidente Peña Nieto, y trató de ser aprovechada por el equipo de la mismísima Claudia Sheinbaum, al promover al supuesto galán García Harfuch.
Además la Sheinbaum es judía, hija de padre judío y madre judía. Lo cual puede ser fácilmente explotado por la oposición.
No soy antisemita, pero es claro que a la población mexicana le gusta una mujer mexicana “que parezca mexicana”. Claudia Sheinbaum parece cualquier cosa, menos mexicana. Aunque se disfrace como Adelita (Alfredo Jalife dixit).
Perfectamente la Sheinbaum puede pasar como candidata en… los Estados Unidos de América. Pero en México, su cara, su físico y su apellido, parecen los de una extranjera.
Sheinbaum es, a mi parecer, una pésima candidata. Te hace bostezar o de plano te duerme con sus palabras. No es una mujer empática, sino distante.
William Clinton fue mundialmente reconocido como una persona que muy fácilmente agradaba a la gente. Clinton era verdaderamente “un tipo encantador”. Sheinbaum es exactamente lo contrario. Su personalidad es completamente gris.
De ahí que dependa totalmente de la propaganda oficialista, que se esmera en convertirla en “el alma de la fiesta”. El problema es que, cuando ella aparece, uno siente que “se acabó la fiesta”.
La campaña de Caludia Sheinbaum será muy probablemente pagada con dinero del gobierno, que “robarán para Claudia”, tomarán prestado del erario, no solo AMLO y Martí Batres, sino todos los gobernadores morenistas. Por ende, podrá ser denunciada como una elección fraudulenta.
Pero si hubiera elecciones realmente imparciales en México, si por ejemplo no estuvieran todos los camiones urbanos decorados con la foto de Claudia Sheinbaum (propaganda pagada con dinero robado por el gobierno nada menos que a usted, amable lector), entonces no sería seguro que Claudia ganase.
De hecho, si la población del territorio narco vota contra Morena, lo cual sería lo lógico pues su política de “Abrazos, no balazos” ha puesto en riesgo su vida (o les ha quitado la vida a sus familiares), entonces sería factible que Claudia Sheinbaum incluso pierda las elecciones. O cuando menos, gane por un margen pequeño (lo cual abriría la puerta a su desligitimación por acusaciones ciertas o falsas de fraude electoral, como lo hizo AMLO en 2006).
Por todo lo anterior, sugiero a los morenistas que no den por hecho que Claudia Sheinbaum ganará las elecciones, pues tal vez no haya razones para que hoy estén aventando “confeti” por los aires.
