¿Qué es realmente el feminismo?

Carlos Arturo Baños Lemoine / Ciudadano Cero

Carlos Arturo Baños Lemoine.

Acabamos de atestiguar una marcha más en torno al Día Internacional de la Mujer; una marcha más a manera de suma desordenada de muchos grupúsculos de mujeres, algunos de los cuales son violentos, delictivos y hasta terroristas. Las consignas consabidas y las demandas acostumbradas, que siempre terminan en estridencia estéril y vandalismo. Pero se cumplió con el ritual, que para muchas de las participantes es lo único que importa.

Y ante esta clase de manifestaciones, siempre debemos preguntarnos ¿qué es realmente el feminismo?, sobre todo cuando constatamos que, hoy por hoy, muchas jóvenes histerizadas y fanatizadas se asumen como “feministas”, desplegando ideas erradas y conductas violentas todos los días, lo mismo en las redes sociales que en las calles.

Y buscar la esencia del feminismo vale mucho la pena, sobre todo cuando vemos que incluso el Diccionario de la RAE tiene una de la peores definiciones al respecto, al grado de violar una de las reglas básicas de la definición: lo definido no debe entrar en la definición.

Debemos saber qué es realmente el feminismo, más allá de su carta de auto-presentación.

En primera, el feminismo es una visión muy particular y errada sobre el lugar que han ocupado las mujeres a lo largo de la historia de la humanidad; una visión errada porque está plagada de falacias, falsedades, ficciones, fantasías, sesgos cognitivos, incoherencias y contradicciones. El feminismo ni siquiera llega a ser una “teoría”, ya que se sustenta en la construcción anómala y defectuosa de un relato encaminado a concebir a la mujer como “víctima de un milenario sistema de opresión” (el fantasmagórico “patriarcado”), con todo lo que esto supone.

En segunda, el feminismo es una práctica política dogmático-totalitaria que, con base en ideas victimistas y chantajistas, viola constantemente los derechos fundamentales hasta de las propias mujeres y ya no digamos de los varones, sobre todo de los varones que se oponen con argumentos sólidos al feminismo. En su actuar político cotidiano, las sectas feministas recurren a las aviesas y reprobables prácticas políticas empleadas por los peores regímenes dogmático-totalitarios de la historia, como el nazismo, el fascismo, el estalinismo, el maoísmo, el castrismo, el chavismo, etc. No es raro ver a las sectas feministas recurir a campañas de difamación, acusaciones falsas, hostigamiento, violencia física, destrucción de la propiedad, conculcación de derechos, persecución político-social, despidos laborales, etc.

En tercera, el feminismo es un negociazo: basta con ver la cantidad de cursos, diplomados, posgrados, seminarios, talleres, publicaciones, emisiones radiofónicas, programas de TV, etc., que sobre “perspectiva de género” (feminismo encubierto) son vendidos a un público sumiso, acrítico e incauto para hinchar de billetes los bolsillos de las feministas.

En fin, que nos debe quedar claro que el feminismo es un cáncer social que debemos extirpar con el solo poder de la crítica científica, la sustentada en la lógica y la evidencia.

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