Rubén Cortés.
En el arranque del año, la CNTE ya garantizó el nefasto récord de que, sus integrantes no imparten un curso escolar completo, desde su creación, en diciembre de 1979, en Chiapas.
Aunque este presidente quitó la rectoría de la educación al Estado para entregársela (en pago a haberlo impulsado a la presidencia) la CNTE ha decidido presionar a la candidata del presidente a las elecciones, para que sepa quién manda.
Y atenta contra la educación de los niños más pobres: tiene sin clases en 13 mil escuelas y realiza bloqueos carreteros en Oaxaca, estado donde, desde 1979, jamás los niños han recibido clases un curso completo.
Pero lo hace únicamente por politiquería, pues desde 2019 tiene lo que exige al gobierno federal: vales, plazas para normalistas, pensión, jubilación y que corran a los funcionarios que indique.
Pura pantomima, porque gracias a la Reforma Educativa de este gobierno, la CNTE decide el ingreso, promoción y permanencia de los maestros en el sistema educativo, y otorga plazas en automático para egresados de las normales.
El papel, dice que “el Estado mantiene la rectoría del Sistema Educativo Nacional”. Puro cuento: manda la CNTE, que decide quiénes ocupan plazas y cambios de escuelas de los profesores, Universidad Pedagógica Nacional y Centros de Actualización del Magisterio.
Nuestra educación pública está bajo control de un grupo de vándalos que mangonea al magisterio en Chiapas, Oaxaca y Michoacán, los estados que concentran al mayor número de menores que no terminan la escuela, y el 30 por ciento no va a clases.
Mientras, los 100 mil maestros de la CNTE no pueden ser evaluados, porque este gobierno les dio ese privilegio: No es casualidad entonces que Oaxaca necesite 33 años para equiparar su nivel educativo al de la CDMX, según un estudio del Tec de Monterrey.
Además, la bibliografía que reparte la CNTE elogia la expropiación de la propiedad privada, el gobierno de partido único y la lucha armada. Y, para entregar los libros que enseñan lo anterior, exige “cuotas voluntarias” a los padres de familia.
Pero se trata de una estrategia de Estado en contra de la educación pública, pues el presidente eliminó las escuelas de tiempo completo, que daban estudio y alimento gratuitos a 3.6 millones de niños pobres, mientras sus madres trabajaban.
Las madres de esos niños fueron obligadas a dejar de trabajar y, en compensación, el gobierno les paga una beca bimestral para que sean amas de casa y, en pago por la beca, ellas votar por Morena en las elecciones.
Así, se ahorró los 280 mil millones de pesos que daba a las escuelas de tiempo completo, para meterlos en la refinería de Dos Bocas.
Sí: cambió escuelas por chapopote.
