Isaías Villa González*.
La pandemia de COVID19 provocará graves consecuencias económicas, y puede desatar una crisis que dañe a generaciones. Para enfrentarla es importante que el Presidente AMLO asuma esta situación extraordinaria y emprenda cambios, que ahora no se advierten.
Ayer la SHCP presentó los Pre-Criterios Generales de Política Económica 2021, y se ha anunciado que el próximo domingo el Presidente, durante la presentación de su informe trimestral, expondrá detalles de un Plan económico. En lo adelantado no hay nada nuevo.
No se trata de cubrir la coyuntura de la cuarentena; las propias autoridades calculan salir de la crisis sanitaria en agosto. Peor aún, México ya padecía una tendencia recesiva, y es evidente la contracción económica mundial que sobrevendrá como efecto de la pandemia.
Creemos que es hora de construir un Gran Acuerdo Nacional para una estrategia económica de emergencia. Una estrategia de Estado para la verdadera unidad nacional, basada en mecanismos democráticos e incluyentes. Donde participen Gobiernos en sus 3 niveles, Poderes de la República, organizaciones de la sociedad y sus sectores empresarial y laboral.
Se requiere remover visiones ortodoxas. Superar la idea conservadora del superávit primario y la no deuda externa a rajatabla -estableciendo límites manejables- para emprender una estrategia contracíclica, donde el gasto de gobierno y la inversión pública sean la garantía del funcionamiento económico. Como fue durante la gran depresión mundial de 1929, y está siendo ahora también en los principales países del orbe.
El gobierno debe ajustar la Ley de Ingresos y al Presupuesto 2020, con un cálculo realista y redefinición de prioridades. Y, como hemos dicho, preparar un Plan estratégico con visión del resto del sexenio al menos.
Entre las medidas inmediatas el gobierno debe garantizar los ingresos de las personas, pero también la sobrevivencia de la planta productiva, particularmente de las pequeñas y medianas empresas (PyMES). La distribución de recursos a través de programas sociales es correcto; pero no es suficiente, y resulta más importante a largo plazo resguardar los empleos. Urge implementar medidas fiscales, como postergar declaraciones anuales y pagos de seguridad social (IMSS, Infonavit) unos meses, agilizar devoluciones fiscales. Establecer un programa de estímulos adicionales: créditos, exenciones. E inyectar recursos a través de lo que varios analistas llaman ser garante de compras y pagos de última opción, para sectores afectados. Aclaración obvia: se trata de apoyar a las empresas y sectores más afectados, no a los grandes empresarios de corporativos y ligas transnacionales. Existe suficiente información para establecer los rangos precisos.
Los empresarios deben garantizar empleo y salarios íntegros, así como colaboración extraordinaria para la sanidad: uso de hospitales y hoteles. De recibir apoyo, mantener y ampliar sus capacidades instaladas. Los Bancos deberían suspender cobros por vencer y ampliar plazos de pagos, por varios meses. Y ampliar acceso a créditos productivos.
Como dijimos arriba, el Gobierno de AMLO habrá de evaluar proyectos prioritarios y reasignar recursos: cancelar Refinería Dos Bocas y Aeropuerto de Santa Lucía; concentrar las bolsas de recursos extraordinarias, supuestamente existentes: economías (ahorros), subejercicios, recuperación de la corrupción, etc. Y ejecutar 3 medidas adicionales a mediano plazo: impulsar la reducción de la tasa de interés y el aumento a la disponibilidad de créditos productivos; emprender un audaz programa de inversión pública en infraestructura (caminos, hospitales, escuelas); y abrir la discusión acerca del Ingreso Básico Universal o, en su caso, el seguro del desempleo.
Parecería ser mucho; distinto a la lógica del Presidente AMLO. Pero es indispensable.
*Consejero Nacional del PRD
