Carlos Arturo Baños Lemoine.
Ustedes me conocen muy bien, apreciables lectores. Desde siempre he sido partidario de un aumento de la educación en línea (e-learning), ya que ésta tiene muchísimas ventajas. Debemos aprovechar los grandes avances de la Era de la Información para ampliar los márgenes de libertad de todas las personas.
Siempre hay que seguir la máxima de Jeremy Bentham: tratar de lograr la máxima felicidad para el mayor número posible de personas.
Con la educación en línea, el acceso a la educación puede ser universal: cobertura de 100%. Todo aquel que quiera estudiar, tendrá oportunidad para hacerlo, a precios muy accesibles.
Además, cada estudiante puede avanzar a su propio ritmo y sin necesidad de padecer las formas autoritarias de educación que muchos estudiantes siguen padeciendo: horarios fijos, aulas saturadas, programas inflexibles, contenidos adoctrinantes, condiscípulos desagradables, profesores indeseables y amafiados, directivos idiotas, inseguridad creciente, baños asquerosos, actividades improductivas, traslados onerosos, etc.
Como idea general, bien podemos decir que la educación en México es un asco, justo porque se sigue basando en formas autoritarias de educación. Lo peor: la seguimos pagando con nuestros impuestos. O sea, que los gobiernos nos obligan a pagar un pésimo servicio, mal llamado “educación pública”.
Por ello, la crisis sanitaria del COVID-19 es una excelente oportunidad para impulsar una auténtica Revolución Educativa: ya no reformas incompletas, como la del Pacto por México, ni reformas putrefactas, como la de la López Obrador.
Debemos asumir a cabalidad y con responsabilidad los retos de la Era de la Información: necesitamos “desescolarizar” la educación, es decir, sacar a la educación de los claustros educativos que, además de caros, ineficientes y autoritarios, suelen mantener en el parasitismo a masas estudiantiles, al tiempo que suelen ser cómplices de sectas dogmáticas (como las sectas marxistas y feministas).
Necesitamos impulsar una educación libre de dogmatismos institucionales: la gente tiene todo el derecho de estudiar sin necesidad de repetir rollos estúpidos como requisito para graduarse, certificarse o titularse.
Debido a la mitología feminista y/o al coronavirus, hoy por hoy están cerradas todas las universidades, “públicas” y privadas. Es un buen momento para darnos cuenta de que cerradas deben continuar; cerradas en tanto formas autoritarias de educación.
La gente que de veras quiere estudiar, bien podría seguir haciéndolo si contáramos con eficientes plataformas de educación virtual, para que las sectas fanáticas e irracionales, como las sectas marxistas y feministas, no estorben el ejercicio de la libertad ajena.
Y lo mismo podríamos hacer con los demás niveles educativos, con las adaptaciones necesarias.
¡Sería genial deshacernos, con tan sólo una tableta electrónica o un smartphone, de las todas monsergas adoctrinantes que están pudriendo nuestra educación! ¿No lo creen?
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Este artículo de análisis, crítica y opinión es de autoría exclusiva de Carlos Arturo Baños Lemoine. Se escribe y publica al amparo de los artículos 6º y 7º de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Cualquier inconformidad canalícese a través de las autoridades jurisdiccionales correspondientes.
