Ni la última…

Carlos J. Pérez García.

Pero, oigan, no hace falta ir hasta China o Italia para aprender que a veces lo barato cuesta caro, que pueden ser relevantes las experiencias de otros países, que no hay que precipitarse y tampoco es necesario caer en lentitud o titubeos.

Veo que los virus Corona (del latín) han sido llamados así por los picos que sobresalen de sus membranas al verlos en microscopios, lo cual se asemeja a “la corona del sol” en fotos a través de telescopios. Como tal, este Covid-19 que invade hoy el planeta, nunca antes se había enfrentado y su comportamiento sigue en estudio de manera paralela a los esfuerzos por combatirlo con diversas acciones o prevenirlo con vacunas y, mientras tanto, numerosas medidas.

El coronavirus no es nuevo y sus ancestros se remontan a siglos antes de Cristo con brotes a lo largo de la historia, pero más cerca se ubicó el coronavirus bovino en el siglo XVIII y a finales del siglo XIX se registró el que afecta a las personas, aunque ha tenido mutaciones. En la década de 1960 se detecta en humanos y desde entonces han sido detectados seis nuevos miembros de esta familia; en México ya hemos tenido coronavirus con anterioridad.

También los tiempos y las estrategias son muy diferentes entre países como China y Corea del Sur, o Italia y Alemania, o México y Francia. Esta diversidad se ha asociado a la naturaleza de cada cultura o sociedad, y a razones políticas o técnicas del momento… con distintos resultados. Acá, a su vez, ha habido elementos estatales que se han adelantado a las decisiones federales y habrá diferencias por el carácter urbano o rural, el aislamiento o la proximidad poblacional, y el nivel económico o la pobreza.

En fin, la corona solar es luz y calor, aunque igual es muy aconsejable mantener una “sana distancia” de ella, pues podría acabar con nosotros en poco tiempo.

Mucha gente va a sufrir con todo esto y se siente uno impotente para hacer algo tangible por otros. Es muy triste, no tanto por uno mismo, sino por nuestro país que ha sido tan maltratado en este y en anteriores sexenios.

Ojalá que el presidente aprovechara estos días para sentarse y pensar cómo van, y cómo vienen, las cosas… Es evidente que no se ha puesto a reflexionar lo suficiente, y sería ideal que ajustara y mejorara diversos elementos al pausar en alguna medida los movimientos que tienden al frenesí y la improvisación.

Estos planteamientos siempre buscan un marco de sugerencias respetuosas para que algo funcione mejor en nuestro país, ya que de ninguna manera se trataría de ataques de adversarios ideológicos (conservadores) con la intención de “que todo salga mal”. Si alguien nunca escucha ni acepta argumentos distintos a los suyos, está destinado al fracaso y podría calificarse de soberbio, pusilánime y hasta suicida.

Las apuestas contra la ciencia y la realidad nunca van a ser exitosas, ya sea en la medicina o la economía, y parece evidente que el titular del Ejecutivo aún no se ha dado cuenta de la magnitud y complejidad de los retos que enfrenta hoy. Debe concentrarse.

A diferencia de los temas económicos o aeroportuarios, en esta lucha contra la pandemia no aceptaba recomendaciones de Salud y las desdeñaba con sus propias ideas hasta que —tampoco come lumbre— recapacitó y ya se ha mostrado dispuesto a atenerse a ellas y no contradecirlas. Pero difícilmente va a cambiar, créanme.

Bueno, esta pandemia no es la primera ni la última, estemos seguros, a la vez que quedará lejos de ser la más mortal de la historia. Por fortuna, o gracias a Dios, como gusten.

En la semana comenté a varios amigos que me he quedado corto en mis críticas supuestamente feroces a las acciones y omisiones del actual Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Ya se aprecian tibias y chiquitas frente a ciertas expresiones populares y numerosos artículos de analistas o periodistas prestigiados.

Se confirma que la pretensión de transformaciones históricas viene a ser ingenua y megalómana. Por ejemplo, al continuar la impunidad no podrá abatirse la corrupción, y menos “desaparecerla” como se pretende. Cuando AMLO habla de que se terminó la impunidad, muchos no pueden dejar de pensar en los sonados casos de Manuel Bartlett, director de CFE, y Ricardo Salinas Pliego, CEO de Grupo Salinas, entre otros.

Con un congreso abyecto, todavía sueña él con el blindaje constitucional de sus programas sociales para confirmar una pobreza eterna y creciente, además de mantener sus proyectos favoritos al eludir la crisis. La debacle, me temo, será enorme.

Ayer mismo se difundió que las calificaciones internacionales del país y de Pemex han sido rebajadas, y que la contracción prevista en el crecimiento será mayor que en todas las crisis “neoliberales” después de 1932, con un desempeño peor que en las últimas décadas. Le queda así el pretexto de que todo iba bien, muy bien, pero de fuera llegó un golpe económico y sanitario que fulminó su proyecto (y sus fantasías). En cualquier caso, es lamentable.

A su vez, un empresario muy agradecido dijo que la “oposición fifí” aprovecha la difícil situación sanitaria y económica para atacar al presidente. Quizá sea cierto y eso no ayuda nada, pero también vale considerar que el propio presidente y algunos en su equipo han dicho tonterías que confunden y se vuelven útiles municiones para quienes quieran golpearlos. Sus viejos y nuevos enemigos no necesitan inventar nada y lo reciente se suma a agravios y tonterías de los 15 o 20 meses anteriores.

Eso sí, en la historia de México no es fácil hallar un presidente que hubiera encontrado problemas tan grandes y estuviera tan poco dotado para enfrentarlos. Esto no tanto en términos de fuerza, legitimidad y popularidad, que aún las tiene bastante altas entre la mitad o más de la población total, sino en cuanto a sus capacidades personales y las de un equipo que en general resulta un mero adorno.

Algo bueno es que, después de todo ello, viene a ser muy probable que nada será igual, y habrá que rescatar lo positivo para las siguientes ilusiones y pandemias. Ahora cuidémonos y apoyemos a las autoridades.

* PARA ACABARLA ME ENTERO ahora del fallecimiento de mi querido amigo, Roberto Oliva Cantú, sagaz y exitoso empresario que ejerció liderazgos en nuestra sociedad y destilaba aguda simpatía.

¡Que en paz descanse! Y mis más sentidas condolencias a la familia Oliva Rubín de Celis, al igual que a sus numerosas amistades.

* TODA MI SOLIDARIDAD PARA Lupillo González, muestro incansable activista ciudadano.

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