El pase de charola de la 4T

Alejandro Rodríguez Cortés*.

La relación de la mal llamada Cuarta Transformación con el sector empresarial es digna de estudio por sus paradojas y sus obvias contradicciones que parecen una mezcla de comedia y humor negro, amor aparente y desamor ostensible, altas y bajas, guiños y reclamos.

No es para menos. El discurso de Andrés Manuel López Obrador siempre puso a los empresarios en el centro de su crítica: explotadores, abusivos, mafiosos y rentistas, insensibles ante las necesidades sociales de una buena parte de la población mexicana.

Los hombres del dinero, por su parte, señalaron siempre al eterno candidato AMLO como un peligro para México, por su desdén manifiesto hacia la libre empresa y su pleito casado con los banqueros, a partir del rescate bancario del famoso y satanizado FOBAPROA.

Sin embargo, pocos reconocen que durante su gobierno al frente de la capital de la República, entre 2000 y 2005, el ahora presidente de la República tuvo una relación fluida y productiva con la iniciativa privada, que tuvo en Carlos Slim al ariete para realizar negocios de infraestructura en la Ciudad de México durante aquellos años.

Es sabido que el presidente de Grupo Carso apoyó a López Obrador en su intento por tomar el poder en 2006, lo que estuvo a punto de lograr en una cerrada elección que perdió con Felipe Calderón Hinojosa, el actual culpable de todos los males de nuestro país, en la visión de la 4T.

Pero no solo fue Slim. He sostenido siempre que el tabasqueño no hubiera estado a un tris de convertirse en mandatario desde aquel conflictivo proceso electoral sin la ayuda y negociación con las televisoras privadas, símbolos también de perversión para el movimiento lopezobradorista.

El conflicto postelectoral de 2006 y los años subsecuentes lo volvieron a distanciar de sus discretos aliados empresariales, pero Andrés Manuel supo que los necesitaría para lograr su objetivo final, así que fue tejiendo alianzas con otros personajes del dinero y moderando a conveniencia su discurso económico-financiero.

Doce años después, emergió la figura de Alfonso Romo, un controvertido personaje del poderoso sector privado regiomontano, quien lo acompañó desde la campaña del 2018 para mandar mensajes de prudencia y ortodoxia en cuanto a la inversión privada.

Ante su inminente victoria, los empresarios -obviamente en aras de mantener en marcha sus inversiones y negocios- buscaron acercarse y hasta concedieron el beneficio de la duda, pero todo acabó rápidamente en octubre de aquel año, con la cancelación de la obra del aeropuerto a pesar de la solemne promesa que Romo les había hecho en sentido contrario.

Y luego, el primer año de gobierno ha sido como el round inicial de una pelea de box: los rivales se pasean en el ring estudiando los movimientos de su oponente, con la diferencia de que en este caso uno de ellos es el que tiene el poder político, como nunca lo tuvo un presidente en tiempos modernos.

Reuniones, promesas, compromisos de inversión que no ha llegado. Eventos y fotografías. Esfuerzos de acercamiento por parte del sector privado organizado en el Consejo Coordinador Empresarial. Esperanzas y desengaños.

Pero la confianza para invertir no ha regresado y no lo hará tampoco el segundo año.

Ese es el escenario real, contante y sonante. Mientras tanto, la cena de 100 grandes empresarios con el presidente de la República es una lamentable muestra de que apechugar es mejor que confrontar al poderoso.

Los tamales de chipilín más caros de la historia muestran que el sector empresarial llevará la fiesta en paz con la 4T porque ésta ya mostró que no se anda por las ramas y que tiene en los dientes del SAT y de la Unidad de Inteligencia Financiera a inhibidores claros de la disidencia.

Veinte a doscientos millones de pesos para una rifa que no rifará lo rifado. Una hora de tiempo para escuchar lo mismo que en las mañaneras. Un chocolate espeso. La incomodidad de las preguntas de la prensa en las afueras de Palacio Nacional.

El costo de esperar que algo cambie para que la espera por el flujo de inversión termine. Y mientras, crecimiento cero… y un pase de charola igual a los de los priístas en una etapa que según esto había sido superada.

Así la 4T.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista

@AlexRdgz

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