América Latina.- Mientras la mayoría del mundo esperaba -y se disputaba- la producción de las vacunas de Pfizer o Moderna, en Latinoamérica, con recursos limitados y grandes problemas de financiación, ya miraban hacia Moscú. La Sputnik V, que empiezan a anhelar los países desarrollados, ya se inocula en brazos argentinos o bolivianos.
Además de Argentina y Bolivia, la vacuna rusa ya ha sido registrada o solicitada por México, Venezuela, Paraguay, Nicaragua y Panamá -los tres últimos en esta semana-, a lo que hay que sumar de momento otros 11 países en el resto del mundo, entre ellos aliados del Kremlin como Irán, Serbia y Hungría.
Los países de la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos han mirado con reticencia y bastantes dudas el desarrollo de la inyección rusa, sin embargo, el reciente estudio publicado por la prestigiosa revista The Lancet, que corrobora su efectividad por encima del 91%, y la escasez de provisiones por parte de los laboratorios occidentales empiezan a resquebrajar esos muros levantados por la geopolítica.
EFE