El montaje de la recuperación económica

Alejandro Rodríguez Cortés

Alejandro Rodríguez Cortés*.

El gobierno de la República prepara la madre de todos los montajes: la recuperación económica de México.

Palidecerá la “consulta popular” que precedió a la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco; las subastas para “devolverle al pueblo lo robado” parecerán juego de niños; la rifa del avión presidencial que no se rifó será la mejor idea jamás llevada a cabo; el aplanamiento de la curva pandémica y la vacunación masiva mexicana podrán presentarse como casos internacionales de éxito.

La verdadera estafa maestra será que la mal llamada Cuarta Transformación nos quiera hacer creer que el 2021 será el año del despegue económico mexicano, cuando lo que ocurrirá será apenas un rebote desde el fondo de la recesión que arrojará cifras engañosas pero políticamente muy rentables para un gobierno fallido, urgido de presumir algo bueno a la mitad de su maltrecho camino.

Veamos.

La mascarada inició ya con culpar al Covid-19 de la situación económica actual. Verdad a medias que se convierte en mentira completa: el Producto Interno Bruto Nacional cayó de dos a cero por ciento durante el primer año del actual gobierno, sin pandemia de por medio; luego vino el dramático desplome de 8.5% en el 2020, que a pesar del confinamiento generalizado fue mucho mayor de lo que hubiera sido de no haberse deteriorado previamente la confianza para la inversión y el desarrollo, o de existir una política fiscal de apoyo a la planta productiva durante un año perdido.

Ya en 2021, el desaforado ritmo con el que Estados Unidos vacuna a su población y el billonario plan fiscal de apoyo a empresas y personas norteamericanas, hacen que nuestro vecino y principal socio comercial haya iniciado su recuperación y anticipe un gran año de expansión, de ahí que todas las proyecciones para México pronostiquen un efecto de jalar hacia arriba nuestros indicadores.

Esa es la razón por la cual el consenso generalizado de pronósticos económicos señala que nuestro país pueda crecer hasta un 5 por ciento en este año, lo que ya empezó a formar parte de la narrativa de una recuperación que no lo será por dos razones: la profunda recesión siempre es seguida de un efecto rebote que no compensa la caída previa, y porque prevalece y aún crece el ambiente de incertidumbre generado por decisiones equivocadas de una política económica antiempresarial y pintada de estatista y populista.

Aunque nos presumirán que ese 5 por ciento (en realidad yo estimo que el crecimiento anual no superará 3 puntos porcentuales) es mayor al promedio anual anterior de 2.5 por ciento, el porcentaje se registra sobre una base de cálculo menor, o sea una economía más pequeña que apenas recuperará una parte de lo perdido. Será como presumir que te ahogas a una profundidad de 3 metros bajo el agua en vez de perecer a más de 8 metros.

No es pesimismo, sino realismo. Si se siguen haciendo las mismas cosas en materia económica como lanzar iniciativas expropiatorias e incumplir contratos de inversión previa y legalmente establecidos, no hay por qué esperar resultados diferentes. Además, las propias proyecciones que parecen premonitorias de éxito para 2021 vuelven a niveles mucho más modestos para 2022. Un rebote, simplemente.

Ya terminó el primer trimestre del año, y los datos aún son desalentadores. Pero la economía estadounidense ya empezó a hacer su parte y vendrán pronto las cifras del engaño. La pregunta es si esto será antes del 6 de junio, día de las muy importantes elecciones intermedias en las que decidiremos si el partido en el gobierno mantendrá o no su mayoría legislativa, la que le ha permitido hacer barbaridad y media a un gobierno que concentra más poder que nunca, sin los contrapesos debidos.

No me extrañará escuchar alguna mañana, desde Palacio Nacional y en los próximos 40 días, que la 4T ha logrado niveles parciales de crecimiento nunca antes vistos en los últimos 20 o 25 años, lo cual constituirá un monumental embuste electorero.

La economía mexicana, que llegó a estar entre las primeras 10 del mundo por culpa del “maldito” periodo neoliberal, seguirá muy por debajo de los niveles con los que Andrés Manuel López Obrador recibió la Administración Pública Federal en diciembre de 2018. Y recuperará ese tamaño hasta la parte final del sexenio, si bien nos va.

Serán, pues 6 años perdidos, aunque a la mitad de ese periodo traten de engañarnos con lo contrario.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista.

@AlexRdgz

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