Elecciones ¿deben anularse?

Por. Ah-Muán Iruegas

Independientemente de cuál partido político termine ganando las elecciones mexicanas de medio término, así como las locales, una buena parte de ellas debe ser anulada. Por las razones siguientes.

El más importante actor político nacional que ha sugerido la anulación de las elecciones es nada menos que el presidente del instituto electoral de nivel federal, el INE, el señor Lorenzo Córdova. Lo que argumentó el presidente del INE, es que hubo una intromisión indebida del señor presidente en el proceso electoral. No obstante, eso es una completa exageración.

Otras democracias permiten la participación presidencial en las elecciones, aquí tenida por injerencista. De ahí que resulte un tanto ridículo pretender anular las elecciones, por supuestas intromisiones presidenciales… en asuntos de su propio país.

La anulación de las elecciones ha sido desestimada y tildada de inviable. Sin embargo, no debe descartarse la anulación de las elecciones, en ciertas circunstancias.

Desde luego, no se trata de la anulación total de las elecciones. A nivel federal, por ejemplo, no se observan irregularidades tales, que justifiquen una medida tan radical.

Existen sin embargo posibles casos de anulación, a nivel esencialmente local, donde la libertad del votante ha sido manipulada o dañada.

Me refiero a los casos donde fue asesinado alguno de los candidatos. Lo que en principio, debe ser incluido en la lista de delitos del crimen organizado. Porque tienen el personal “capacitado para esos operativos…”

Los candidatos asesinados, suman más de tres decenas. Fueron asesinados 35 candidatos o precandidatos –casi todos de nivel municipal- y un total de 89 políticos en México, desde septiembre pasado. Ocurrieron en diversos estados, destacando Veracruz, Oaxaca, Jalisco, Michoacán y Guanajuato.

Un buen número de los ataques fueron en áreas rurales. Aunque también en la zona conurbada de la capital, en el municipio mexiquense de Tlalnepantla, hubo ataques a tiros, unas semanas antes de la elección.

Un segundo ataque en Tlalnepantla, a la casa de un candidato, un día antes de las elecciones, muestra que la violencia electoral, está a las puertas de la capital mexicana.

Lo que está ocurriendo en el proceso electoral, convirtió a las elecciones mexicanas en una “farsa trágica”, si es que existe tal género dramático. A partir del trágico asesinato de candidatos, se está convirtiendo progresivamente a las elecciones mexicanas en una simulación, en una farsa.

Los electores de aquellos sitios donde se dieron los correspondientes asesinatos, no pudieron ejercer su derecho al voto en libertad, por la sencilla razón de que la delincuencia organizada tuvo como su “cooperación en los comicios”, eliminar a uno de los candidatos. Así, la voluntad del ciudadano, se vio viciada porque se indujo o se influyó en el proceso, mediante el asesinato.

En los municipios o distritos donde se cometió un homicidio contra alguno de los contendientes, deben ser anuladas las elecciones. Pues se limitó a los ciudadanos su derecho a elegir libremente a sus representantes. No el día de los comicios, sino el día del crimen correspondiente.

Adicionalmente, se privó a los finados candidatos, en primer lugar desde luego de su “derecho a la vida”. Pero adicionalmente, con su asesinato se les privó también de su “derecho a ser votado”.

En otras zonas donde gobierna el crimen organizado, debiera incluso hacerse una evaluación sobre si el clima de violencia permitió a los candidatos hacer y difundir sus propuestas, realizar sus reuniones… y si a los ciudadanos se les permitió participar libremente. En caso negativo, pudieran anularse las elecciones. En zonas desde luego, donde manda la delincuencia.

El problema es que en los Estados Unidos se ha calculado que el “gobierno” mexicano, en realidad no gobierna en cerca del 30% del territorio nacional, controlado por la delincuencia. Entonces ¿de qué tamaño es el área donde no hubo condiciones para celebrar elecciones?

Por otra parte, en cuanto a las expresiones presidenciales, debiera evaluarse si éstas incidieron negativamente en el proceso electoral. En caso afirmativo se podría, si no anularse las elecciones federales, sí al menos enviar un apercibimiento a Palacio Nacional, por parte del INE.

Por su parte, también es factible la anulación de elecciones por falta de presentación de cuentas de los gastos electorales, si atendemos a la legislación vigente. A 24 horas del cierre del plazo, casi 4 mil candidatos no habían presentado tales informes sobre su propia contabilidad.

Pero si no se anulan las elecciones, en las zonas donde se dio muerte a candidatos, entonces se está permitiendo que quien elige al gobernante, sea en realidad la delincuencia organizada. Eligen los carteles criminales quién puede y quién no puede participar y definen, en buena medida, quién será el ganador. En las zonas donde hubo asesinatos, puede decirse que el narco gano las elecciones, pues este gran elector decide quién participa y quién no.

No obstante, no sólo la delincuencia organizada puede mandar matar a sus adversarios. Es incluso posible que los candidatos se hayan asesinado unos a otros. No necesariamente todos los asesinos electorales son, por definición, narcos. Pueden perfectamente ser otros candidatos los verdaderos homicidas, a quienes les resulta más práctico disparar sobre el adversario que, digamos, debatir con él.

En ciertos lugares, puede presumirse que “quedó vivo el candidato que quiso el narcotráfico”. Por tanto, los sobrevivientes pueden considerarse como sujetos aceptables para la delincuencia organizada y por ende, inaceptables para el ciudadano.

Llevando las cosas al extremo, los elegidos son cuestionables de entrada por el solo hecho de… tomar posesión de sus cargos. Pues el ciudadano no sabe si el flamante ganador va a comenzar de inmediato a trabajar para “el narco que le perdonó la vida”.

También es posible que la delincuencia organizada haya actuado a dúo con otros actores, por ejemplo, coordinando sus actividades con algún político o algún gobernante.

Pero si no se anulan las elecciones en esas zonas criminales, entonces, como se dijo, la violencia es quien en el fondo eligió al ganador, en esos lugares.

La violencia electoral, en fin, puede también ser usada como argumento de algún informe negativo, por parte de los observadores electorales de la OEA. Lo peor es que tendrían razón en lo que se refiere a algunas zonas, al menos.

Para concluir, digamos que la elección no puede realizarse de manera libre, cuando se asesina a uno de los candidatos; se trata en todo caso de una elección afectada, en sus bases, por tal crimen.

 

 

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