Carlos J. Pérez García

Carlos J. Pérez García.

La gran asistencia le confirmó el amor del pueblo, dicen sobre el acto masivo que él ordenó que se realizara, con costos evidentes y una diversidad de promotores a lo largo del país. Se veía muy satisfecho de su propio diseño y de quienes lo ejecutaron, como si fuera un grato y sorpresivo regalo (que se mandó hacer para conseguir contrapesos de imagen o aprobación ante tantos cuestionamientos, en remembranza de Echeverría y López Portillo el siglo pasado).

Estas tramoyas ayudan a mantener alta la popularidad presidencial, sobre todo entre sus seguidores. Pero, ojo, el autoengaño es muy peligroso porque los convence de que no han actuado tan mal y pueden seguir por el mismo camino en salud, seguridad, política económica, gasto público, programas sociales, anticorrupción… Acaso, con los retrocesos se requieren cambios relevantes en todas estas áreas.

Bueno, nunca olvidemos que Trump fue más popular que Biden hoy, o que Hitler era extremadamente popular, y Churchill no logró reelegirse a pesar de su excelente gestión durante la guerra. Rara vez se aplaude lo que un gobernante se ve obligado a hacer, ya que muchas acciones aconsejables no resultan atractivas para la gente, en tanto que los demagogos saben seducir a las masas.

Jamás se debe evaluar un desempeño gubernamental sólo a partir de los índices de respaldo popular de un individuo y, aún menos, en relación con su agenda personal a medio período. Hay distintas listas de prioridades que no se alejan de sus propuestas de campaña y se sitúan muy bien ante la Constitución, el Estado mexicano y, claro, la comunidad internacional de países: los Objetivos del Desarrollo Sostenible que las naciones han comprometido con la ONU, los cuales ya presentan cifras deplorables y van a ser esenciales para un dictamen final de México en el mundo.

Si quieren revertir la pobreza desbordada, el hambre creciente y el mayor rezago educativo harán falta recursos por alrededor de un billón de pesos, según M.L. Fuentes, Aristegui Noticias, 4/XII. Estas cantidades sólo se podrán obtener con una reforma fiscal integral y progresiva (que incluya el IVA y otros renglones), lo que además requiere enfoques diferentes o complementarios en materia económica, social, energética y de actitudes frente a toda la inversión privada. Ni modo, oigan.

Para que empiece a surtir efectos en el sexenio, esto se tendría que armar y ejecutar a partir de los primeros 6 o 9 meses del año que inicia, lo cual hace que resulte todavía más improbable. Por si acaso, queda aquí asentado a fin de que no nos extrañe tanto un fracaso que genere violencia en 2023-2024… ojalá no sea así, créanme, aunque será muy difícil que alguien pueda persuadir a quien toma todas las decisiones importantes.

Es cosa de que el actual gobierno se valga de su capital político o respaldo popular para llevar a cabo ajustes de fondo, con los que no sólo evite debacles sino consiga cambios efectivos al asumir costos y conceder que, sin variantes ni recursos adicionales, no sería realista que acabara bien su gestión.

Mire, presidente López Obrador, el gran Nelson Mandela tenía sobradas razones para estar resentido, pero no actuó como tal. Y dejó dicho: “Derribar o destruir es muy fácil; los héroes son aquellos que construyen y trabajan por la paz”.

Igual, considere usted que la ideología populista hace un enorme daño a la economía liberal que prevalece en el mundo, y recordemos aquí las palabras de Mijaíl Gorbachov: “El mercado no es un invento del capitalismo, siempre ha existido. Es un invento de la civilización”. De hecho, el sector privado involucra la principal inversión (en México, más del 90%), que debe ser alentada y apoyada para crear empleos y bienestar con la rectoría económica del Estado, en los artículos 25 y 26 de la Constitución.

En fin, estos párrafos no son meras ocurrencias de este escribano, si bien me parece muy lamentable que tanto el destino del presidente como el de nuestro país estarán marcados por todo ello. Hay, eso sí, otras vías.

* ES SUGERENTE QUE ALGUNAS críticas o censuras terminen por fortalecer la popularidad del mandatario, al ser consideradas ataques alevosos de los ‘malvados’ ricos contra los buenos pobres y los generosos gobernantes en una sociedad polarizada. Esto se acentúa con las burlas clasistas y, ante todo, si el golpe resulta falso o erróneo, por lo que necesitamos información y más cuidado para que un mitómano no se legitime al acusarnos de mentirosos.

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