Normalizar la violencia

Rubén Cortés.

 Queda claro que a dos años de medio de que acabe su gestión, el actual gobierno incumplió con creces su promesa de acabar con la violencia. De hecho, el reto que enfrenta ahora es evitar la normalización de la violencia.

 Y sobre todo de las masacres, pues desde 2020 ya suman 175 masacres en el país, entendiendo por masacre cuando son asesinadas cinco o más personas a la vez que, en estos casos, son civiles, campesinos, policías y hasta niños.

 Sin embargo, la crítica es injusta con el presidente cuando afirma que, en su Mañanera del 18 de septiembre de 2020, se burló de la matanza de ocho personas, durante un velorio en Cuernavaca.

 La risa del mandatario fue de nerviosismo, al vaciarse de palabras. Por eso fue aquello de “ahí están las masacres jejeje”, y no en son festivo. En realidad es para que se rompan los nervios de cualquiera.

 Risas, gestos y otros deslices son respuestas impensadas ante situaciones complicadas, en un monólogo de dos horas como promedio, en los que el presidente habla de todo y de nada para desviar la atención de los hechos y los datos.

 Porque, veamos:

 –De enero a junio de este año, suman 42 masacres, con 306 muertos.

 –En 2020 se registró una masacre cada cinco días, para un total de 71, en las cuales fueron asesinadas 486 personas,

 –En 2021 se registraron 62 masacres, en las cuales fueron ultimadas 436 personas.

 Así que, de tan seguido que ocurre, el reto del gobierno es evitar que las masacres se normalicen, como ya están normalizados los homicidios, pues en sólo la mitad del mandato, ya superan casi los de todo el sexenio anterior.

 Hasta el 30 de mayo pasado, sumaban casi 125 mil asesinatos en el país, durante los primeros tres años y medio de la actual presidencia; mientras en el sexenio pasado fueron 156 mil 66.

 Sólo que, mayo, fue de una violencia notoria, aun cuando esté normalizada la violencia: registró dos mil 833 víctimas de homicidio doloso y ha sido el mes con más asesinatos desde julio de 2021, que sumó dos mil 860.

 Desde el asesinato de dos sacerdotes católicos en la Sierra Tarahumara, el lunes 20 de junio, México está sumido en una ola de nacional de cuatro crímenes por hora. Sí, es como para destrozar los nervios.

 De ahí que el presidente dedique la mayor parte de su tiempo a idear estrategias que lo ayuden a alejar la percepción entre sus gobernados de que las masacres son algo de rutina en el país.

 Y pone canciones en su Mañanera, pide liberar a Assange, tirar la Estatua de la Libertad, hace chistes…

 Pero tapar las masacres es imposible.

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