¿Realidad virtual o emancipación de la conciencia?

Boris Berenzon Gorn

 Boris Berenzon Gorn. 

Las historias individuales de ciencia ficción pueden parecer tan triviales como siempre para los críticos y filósofos más ciegos de la actualidad, pero el núcleo de la ciencia ficción, su esencia, se ha vuelto crucial para nuestra salvación, si queremos ser salvados. 

Isaac Asimov 

En nuestros días se ha convertido en tema común hablar de realidad virtual, incluso existen innumerables ejemplos tecnológicos de simuladores y videojuegos que se enfocan en generar realidades virtuales, es decir, experiencias sin existencia material, pero capaces de trastocar los sentidos y, por lo tanto, la conciencia. Los fines son diversos y van desde el entrenamiento profesional y deportivo, hasta la experimentación de experiencias artísticas y el entretenimiento. 

Pero esos ejemplos, por novedosos que parezcan, todavía se encuentran lejos de los que la ciencia ficción planteó en películas como Star Trek, Matrix o las sagas de Marvel, seguidas de un largo etcétera. Sin embargo, que el tema permanezca en las expectativas tanto de la ficción como de la ciencia y la tecnología, nos permite pensar que la realidad virtual podría ser alcanzada algún día logrando la inmersión total, de tal suerte que las personas sean incapaces de distinguir si se encuentran en un mundo interior, accesible solo para su conciencia e inducido por la inmersión de la tecnología, o en el exterior. 

Aunque tal meta está lejos, discutir críticamente sobre la búsqueda de las experiencias inmersivas no es baladí y, por extraño que resulte, tampoco es un tema exclusivo de la posmodernidad. La inmersión acompaña al arte desde sus inicios. Pero, además, en la filosofía podemos encontrar el origen de la virtualidad que no es otro que la separación del cuerpo y la conciencia, alma y materia, vida y muerte. Para Platón, el cuerpo era algo negativo, una prisión para el alma de la que la filosofía trataba de escapar, pero no era posible hacerlo al menos en esta vida. La experiencia sensible, en cambio, fue recuperada por Aristóteles como manera de conocer y estar en el mundo. 

A partir de aquí, en Occidente, la paradoja continuó, se desarrolló con mayor o menor medida en los siglos posteriores y casi todas las corrientes filosóficas tuvieron algo que decir en torno a la dicotomía conciencia-cuerpo. Junto al alma, la filosofía medieval sostuvo también la existencia del espíritu, proveniente de Dios y en conexión con él, siendo el cuerpo el resabio del pecado, de la desobediencia a la ley que nos expulsó del paraíso y condenó al dolor y al cansancio, mientras que, con la muerte, la materia dejaría de ser importante y lo intangible gozaría de un espacio en la eternidad de la contemplación de Dios. 

La renuncia al cuerpo era obligatoria para el cristianismo, todo el pecado provenía de sus necesidades. Al llegar el Renacimiento se retornó a una recuperación del factor sensible, poniendo al ser humano en el centro del universo y desplazando, aunque no de manera tajante, a la divinidad. El ser humano era un ser en contacto con el mundo material, con el espacio, con la creación, el arte imita a la naturaleza y por lo tanto es mediante el cuerpo que es posible acceder a los misterios del mundo, la observación y experimentación son más importantes que nunca y los humanistas inventan el método filológico para conocer desde el texto existente y no desde la palabra inaccesible. 

Pero la razón, que no es sino otra forma de la conciencia y del alma, tendrá su resurgimiento con la ilustración y el desarrollo del idealismo de Hegel. El sentido teleológico de la historia, la realización de un fin superior para la humanidad estará marcada por el progreso de las ciencias, la tecnología y las artes, basadas todas en la razón entendida como racionalidad y lógica. Aunque resulta paradójico, la negación de lo inmaterial se vuelca sobre sí misma en el nuevo Dios de los ilustrados, pues la razón adquiere un poder absoluto, la hegemonía de las ciencias es incuestionable y los retrocesos aparecen como algo imposible. 

El paradigma ilustrado floreció con fuerza, pero tuvo cuestionamientos que, si bien no se alejaron de su pretensión teleológica y progresista, sí pusieron nuevamente sobre la mesa hacia donde se inclinaba la balanza, si hacia el cuerpo o el alma. Por su parte el materialismo histórico criticó estos postulados, siendo un sistema de ideas que, si bien eran herederas de la filosofía hegeliana, ponían el acento sobre la importancia de la satisfacción de las necesidades materiales y sostenía que la vida material precedía a la conciencia, siendo la estructura el cúmulo de modos de producción que garantizaban la existencia y el flujo de la historia, y la ideología la superestructura que se encontraba supeditada a la misma. 

Con todo, al surgir los grandes conflictos del siglo xx, las ideas de los diferentes sistemas filosóficos se combinaron, pero la oposición conciencia/alma-cuerpo no desapareció. Como resultado de las grandes atrocidades del nazismo, el fascismo y las guerras mundiales, el predominio de la razón se puso en duda, puesto que quedaba claro que no todo lo racional era razonable, que no todo avance tecnológico y científico se traducía en progreso y que las acciones de los seres humanos se podían guiar por impulsos irracionales que a menudo eran no solo incontrolables, sino desconocidos para sus actores. 

El psicoanálisis retomó fuerza, pero también lo hicieron las vanguardias y el existencialismo. ¿Qué pasaba que si no había tal separación entre cuerpo y alma?, ¿si la conciencia solo existe en y a consecuencia del cuerpo y desaparece con él irremediablemente?, es más, ¿qué pasaría si estuviera condicionada por lo sensible y la sensación de que se trata de elementos contrapuestos fuera ficción? La muerte del cuerpo sería entonces la muerte del alma, inevitable como haber llegado al mundo sin pedirlo. 

En el fondo, la realidad virtual es mucho más que la creación de realidades alternativas: aspira a vencer a la muerte. La tecnología se propone que algún día sea posible extraer la conciencia del cuerpo, esto es, todo lo que nos hace ser seres humanos: recuerdos, emociones, gustos, sentimientos, identidad, entre otras muchas cosas, y ponerla en otro cuerpo biológico o no, o volverla parte de una totalidad infinita como la red, donde el ser humano pueda vivir por siempre.  

La superación de la muerte tampoco es algo que suene nuevo, prácticamente todas las religiones están enfocadas a erradicar la finitud y las aspiraciones de la virtualidad vienen a complementar esta expectativa. Hasta ahora, esto es imposible y la realidad virtual sigue dependiendo de la sensibilidad otorgada por el cuerpo, pues no existe una forma de estimular directamente la conciencia sin perder el control. La conciencia y el cuerpo siguen unidos y su separación al menos por ahora, es imposible. 

Asimismo, los problemas que presenta para los desarrolladores la individualidad y la libertad como rasgos ineludibles del ser humano, es decir, lidiar con lo aleatorio y predecir la contingencia, son por ahora irresolubles. Los videojuegos, las experiencias interactivas, las exposiciones inmersivas, solo por mencionar algunos ejemplos, plantean la posibilidad de elegir entre algunas variables, pero no contemplan ni de cerca todas las opciones y no están preparadas para el comportamiento impredecible de los seres humanos.  

Hasta ahora, el futuro sigue siendo incierto, la muerte inevitable y el cuerpo nuestro único instrumento para vivir.  

 

Manchamanteles 

Algunos datos sobre realidad virtual: 1) el primer dispositivo de realidad virtual fue inventado por Morton Heiling en 1960, eran unas gafas multisensoriales que recordaban a las del cuento “Las gafas de Pigmalión” de Stanley G. Weinbaum; 2) en 1991, Sega VR anunció un casco de realidad virtual para videojuegos, pero no fue comercializado; 3) el concepto de “metaverso” fue acuñado por Neal Stephenson en su novela Snow Crash; 4) la holocubierta, concepto que ha sido analizado por expertos para la creación de las experiencias de realidad virtual, es un modelo proveniente de la ciencia ficción, apareció en Star Trek : La nueva generación y la experiencia sensible que permite incluye olores y sabores; 5) las “Google Cardboard” son unas gafas de realidad virtual de cartón comercializadas por Google, cuestan 200 pesos mexicanos y están disponibles en Amazon. 

 

Narciso el obsceno 

Presumía de tener sueños lúcidos. 

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